No le dije nada a mis amigas. ¿Cómo iba a hacerlo? ¿qué pensarían de mí? No tenía pensado ir, era un error todo aquello, confiar en él… Se acostó con Casandra, m*****a sea. Dejé de pensar en tonterías, y miré hacia Camila, que contaba su perfecta conversación con Manuel, mientras yo sacaba el teléfono del bolsillo, y marcaba su número, más que dispuesta a contarle que no iba a ir. Esperé un tono, dos, tres, cuatro… justo iba a colgar, cuando alguien respondió al otro lado, pero no era él. - ¿Sí? – tragué saliva, sin saber qué decir, durante un momento, escuchando el jaleo que había por allí. - ¿Está Darío? – pregunté, haciendo sonreír, mientras miraba a su amigo, que estaba metido en la piscina, bromeando con Casandra.
Terminamos apagando la música, cerca de las cinco de la mañana, hablando de tonterías en su terraza, sobre una zona de sofás, escuchando a nuestros amigos, con las manos entrelazadas. Él me hacía sentir bien. Estaba cansada, así que … terminé quedándome dormida, sin apenas darme cuenta sobre él. Me arropó entre sus brazos, cubriéndome con su chaqueta, pues en las noches refrescaba. Paula nos observaba, sin dar crédito, de reojo, siguiendo aquella conversación sobre los frutos secos que podían causarte gases. Volvió la vista para observarnos, dándose cuenta de que él también se había quedado dormido, apoyando sobre mí. . . La luz que se colaba por la ventana me despertó. Abrí los ojos, ni siquiera sabía dónde estaba, y sentía un leve cosquilleo constante en la mejilla.
Camila, Paula y yo volvíamos a casa en taxi. Mi prima estaba agotada, ni siquiera sabía si se había acostado con Miguel, pero no pude preguntárselo, porque se quedó dormida a mitad de camino. - Estás muy callada – dije hacia Camila, que no había intentado convencerme de nada en todo el trayecto. Ella se encogió de hombros sin soltar prenda - ¿de qué hablabais, Darío y tú? - Ese idiota estaba colado por ti en el instituto – se quejó. Ladeé la cabeza para mirarla, con la boca abierta, sin dar crédito. ¿por qué ella decía algo así? - ¿te acuerdas del viaje de fin de curso? – sonreí al pensar en ello. Me encantó ese viaje. Fuimos a esquiar a los Alpes. Asentí en respuesta - ¿te acuerdas de la última noche? – pensé en ello, fuimos a ver las estrellas junto a Diego y los demás. - Estaba tan asustada de estar en lo alto del tejado – me quejé, divertida, r
Terminaba mi última clase de las tres, aquel viernes, a la hora de comer. Tenía ganas de verle, debo admitir, y sabiendo que le vería a la noche, tan sólo estaba incluso más ansiosa. Quería que el tiempo pasase rápido, quería… Les explicaba a los alumnos el significado de usar telas de comercio justo, la importancia que tenía eso en el mundo en el que vivíamos hoy día, parecía un tema de conversación aburrido, pero era uno de mis favoritos. - Siento molestarte – me dijo Susana, la chica que había contratado para que me ayudase esos días con las matriculaciones, mientras yo daba clases, no daba abasto para hacerlo todo yo – sé que aún quedan diez minutos de clase, pero te buscan – la miré, sin comprender. ¿Quién sería? ¿era Camila? ¿Paula? - Bueno, podemos dejarlo aquí chicos – les dije a mis alumn
Despedíamos a Alejandro con la mano, ante mi promesa de que le llamaría más tarde. Sonreí, girándome para mirar hacia Darío que aún estaba allí.- Deberías haber esperado hasta la noche – me quejé – tengo clases a las cinco, y no voy a terminar hasta las nueve, así que …- Así que… soy tu novio – bajé la cabeza, avergonzada. Ese tipo de cosas siempre me hacía sentir como una niña inexperta, quizás porque nunca tuve un novio. Cuando era joven me la pasaba estudiando para poder conseguir en un futuro mis sueños, sin tener tiempo para chicos, y cuando pude hacerlo, estaba demasiado ocupada con el trabajo, así que … supongo que sólo se acercaban a mí los chicos que sólo querían sexo.- ¿No quieres? &nda
Dormimos abrazados, por si lo dudabais. Ni siquiera me quité el vestido, a pesar de sus constantes sugerencias, no quería volverme loca y correr con él, aún tenía demasiado miedo, más después de lo que sucedió con Antonio.Me resistía a despertar, a pesar de que la luz ya se colaba por la ventana de la habitación, y podía sentir sus caricias, por mi rostro, apartándome el cabello de la cara. Sonreí, abriendo los ojos, observándole allí. Estaba tan guapo… que me parecía mentira que acabase de despertar.- Estás guapísimo al despertar – sonrió, sin dejar de mirarme, con cierto brillo en su mirada.- Soy el Jorobado de Notre Dame a tu lado – bromeó, justo cuando su teléfono comenzó a sonar – sólo s