Dan y Wilson estaban sentados en una habitación.—Hablaré con él, pero no creo que me crea. Él cree que me acosté con su esposa —murmuró Wilson, con la mirada perdida en el horizonte, mientras jugueteaba con un lápiz entre sus dedos.Dan asintió con comprensión, su rostro reflejaba la seriedad del momento. El peso de la situación se hacía palpable en el aire cargado.—Sí, lo sé. Pero Celeste está desaparecida, y está embarazada —agregó Dan, con tono preocupado, desviando la mirada hacia el suelo mientras se mordía el labio inferior.Wilson asintió sombríamente, su expresión cansada revelaba el peso de las preocupaciones que lo agobiaban.—Lo sé —respondió Wilson con voz apagada, con los ojos fijos en un punto invisible en la distancia.—¿Lo sabías? ¿Sabías que ella está embarazada? —preguntó Dan, sorprendido por la revelación, arqueando una ceja en gesto de incredulidad.Wilson exhaló profundamente, cerrando los ojos por un instante antes de responder, como si el peso de la informació
Celeste se encontraba sumida en la desesperación al observar sus desalentadoras notas. Agarraba su cabeza con desesperación, buscando una solución mágica que le permitiera mejorar su situación académica. Suspiraba con frustración mientras admiraba a sus compañeros de clase, que parecían dominar con facilidad los contenidos y obtener las mejores calificaciones. Era consciente de que necesitaba un cambio drástico en su estrategia de estudio si quería salvar sus asignaturas.—Mónica, querida amiga, no sé qué hacer —susurró Celeste, con los ojos llenos de confusión y anhelo.Su amiga Mónica, perpleja y confundida, buscaba consolarla y ayudarla a encontrar un camino que la llevara a la superación. Sabía lo importante que era para Celeste tener éxito académico y comprendía la presión que sentía. Por eso, se sumergió en un mar de reflexiones para encontrar las palabras precisas que le brindaran consuelo y aliento.—¿Cuál es tu plan, Celeste? ¿Qué estás dispuesta a hacer? —inquirió Mónica, tra
Celeste estaba decidida. Había llegado el momento de llevar su plan de seducción al siguiente nivel y no dejaría que nada la detuviera.Sus ojos azules brillaban con determinación mientras asumía el papel del irresistible profesor Thomoe.Podía sentir cómo su confianza se elevaba hasta alcanzar su objetivo: obtener el anhelado 10 en su calificación.Con una voz firme, pronunció las palabras:—Seguiré con el plan.La reacción de incredulidad en el rostro de Mónica no la intimidó en absoluto.Con valentía, le respondió:—Tal vez esté un poco loca, pero necesito ese 10.Celeste sabía que no sería una tarea fácil, pero estaba dispuesta a hacer lo que fuera necesario para conseguirlo.A medida que avanzaba el día, Celeste comenzó a sentir algo más que el simple deseo de obtener una buena calificación. El aura magnética y la mirada intensa del profesor Thomoe despertaron en ella emociones desconocidas. Intentaba disimularlo, pero en secreto sus ojos constantemente se desviaban hacia él, busc
—Celeste... ¡Despierta! —gritaba Mónica mientras sacudía enérgicamente a Celeste, tratando de despertarla de su profundo sueño.La joven abrió lentamente los ojos, todavía adormilada y confundida por haber sido despertada tan bruscamente.Preguntó con voz somnolienta: —¿Qué pasa?—Te quedaste dormida —respondió Mónica.Nada era lo que parecía.Todo lo que Celeste creía real resultó ser solo fantasías con su profesor.Las palabras de su amiga golpearon a Celeste como un balde de agua fría. Un torbellino de emociones surgía en su pecho, desde la confusión hasta el deseo desenfrenado. Deseaba que la conexión ardiente con su profesor trascendiera la imaginación y se convirtiera en algo tangible.Mientras procesaba estas revelaciones, Mónica señaló hacia el frente, donde el profesor Thomoe, con su aura misteriosa y atractiva, las observaba en silencio. El brillo intenso en sus ojos azules transmitía una mezcla de fascinación y autoridad que dejaba a Celeste sin aliento.El profesor rompió e
Mónica y Celeste, exhaustas después de un largo día de clases, decidieron relajarse en el parque cercano. El sol se estaba poniendo, tiñendo el cielo de tonos cálidos mientras las hojas de los árboles susurraban suavemente con la brisa de la tarde.—Dime, Celeste, ¿qué te comentó el profesor? —preguntó Mónica, con un brillo de curiosidad en los ojos.—Me dijo que debo ser la primera en entregar el proyecto y que mi antiguo profesor mencionó que mis calificaciones eran bajas —respondió Celeste con un suspiro, notándose el peso de sus palabras.—¿Y qué piensas hacer al respecto? Ya sabes cómo son nuestros padres, les preocupa tu rendimiento —mencionó Mónica, mientras se acomodaba en el césped, observando las nubes que pasaban lentamente por el cielo.—Lo sé, pero parece que no entienden que estoy haciendo mi mejor esfuerzo. Insisten en mandarme a ese convento, sin importar lo que yo piense —dijo Celeste, con una expresión de frustración en su rostro, jugueteando con una ramita que encont
Al día siguiente, muy temprano, Mónica y Celeste estaban en una llamada. Mónica había llamado emocionada para contarle lo que había pasado.—¡Celeste, adivina qué! —exclamó Mónica con entusiasmo del otro lado de la línea, con un grito emocionado.—¿Qué pasa? No me dejas dormir —respondió Celeste con pereza desde la llamada.—¡El profesor me puso 'A' en mi proyecto! ¡Gracias, te adoro, Celeste! —Mónica estaba emocionada, sabiendo que nunca antes había obtenido una calificación así, ya que, aunque era muy inteligente, la aritmética no se le daba tan bien. Por otro lado, Celeste destacaba en esa materia.Celeste saltó de la cama al enterarse de la calificación de su amiga, pero al mismo tiempo se preguntaba por qué aún no había recibido la suya.—¿Qué? A mí no me ha enviado mi nota —exclamó con decepción.—Amiga, tal vez aún no revisa el tuyo —trató de consolarla Mónica.—Pero dijo que sería el primero —respondió Celeste, mostrando su decepción.Celeste cortó la llamada y envió un correo
La joven llegó a su casa con el corazón acelerado, debido a la conversación con su profesor en el autobús. Al llegar a su casa, corrió a su habitación, cerró la puerta de un portazo y recargó su cabeza en la puerta de la habitación.—¿Qué estará pensando ese hombre? —murmuró en voz baja mientras cerraba los ojos y no podía dejar de pensar en su profesor y en las palabras que intercambiaron en el autobús. Se tiró en la cama y cayó en un sueño profundo.En medio de ese sueño, se encontraban dos personas entrelazadas mientras el éxtasis se podía sentir en toda su plenitud.—Vamos, muévete más —le pidió el hermoso hombre que estaba recostado en la cama, mientras ella brincaba arriba de él.—haaaa, sí, así —pronunció Celeste cerrando los ojos y dejándose llevar por las sensaciones que estaba experimentando en ese momento.—¡Más rápido! —pidió Thomoe, tomándola de las caderas para aumentar la velocidad.Él jaló su cabello, la hizo girar y luego la puso a cuatro patas.—¿Por detrás? —pregunt
El profesor, con paso lento pero decidido, se aproxima a Celeste, su figura imponente contrastando con la delicadeza de la joven.—¿Qué debo hacer? —se pregunta Celeste, sintiendo un cosquilleo nervioso en el estómago.Al estar Thomoe cerca, ella lo besa con timidez, sus labios se encuentran en un gesto lleno de anhelo.—¡Qué encantadora te ves! —murmura Thomoe, con su voz grave y profunda resonando en la habitación.Se besan con pasión, sus cuerpos se acercan en un abrazo íntimo y ardiente.—Celeste, te estoy hablando —la saca de su ensueño Thomoe, su tono firme pero cariñoso.«Estoy solo fantaseando», piensa Celeste, sus mejillas ardiendo de vergüenza y deseo.Thomoe está parado en la puerta con su ropa puesta, su mirada intensa y penetrante fija en ella.—¿Qué te pasó en la mejilla? —pregunta Thomoe, sus ojos escudriñando el rostro de Celeste con curiosidad.—Haa, dormí sobre mi mano y se me marcó, por más que traté de taparla con maquillaje no sirvió de nada, no sé maquillar —dic