La que ocupa mi lugar
La que ocupa mi lugar
Por: Mony Ortiz
Capítulo 1

Estoy aquí, en el en el salón para bodas más elegante de la ciudad de Jeonju, conocida como la cuna del hanbok (traje tradicional coreano), estoy tratando de pasar desapercibida; mirando cómo, la mujer que ocupa mi lugar, se casa con el hombre que estaba destinado para mí.

La ceremonia está por empezar. Nunca imaginé que me iba a convertir en espectadora de mi propia boda; sí, Seung – Yi el rico heredero del clan Lee, se está casando con quien cree que es la heredera de la familia Rhee, la segunda familia más importante del clan Lee, esa, soy yo, Hana-Rhee.

Desde que nací, mi destino ya estaba escrito. Desde cuatro años antes de que yo naciera, cuando la familia Yi, anunció que el primogénito de su familia era un varón, mis padres oraron para concebir una esposa para él. Nuestras familias, son las más importantes del clan, y tenían la obligación de continuar con el linaje, pero ellos no contaban con que yo, tendría otros planes.

Todo empezó hace tres meses, en mi cumpleaños número diecinueve, no había visto a mi padre en cuatro años. Desde que murió mi madre, él comenzó a dedicarse solo a sus negocios. Sus viajes a China y a Japón, eran cada vez más constantes y por periodos de tiempo más largos y cuando estaba en casa, se la pasaba encerrado en su despacho y yo, en el bachillerato.

Es bien sabido que la vida de estudiante en un país como el mío puede resultar agobiante, por fortuna mi familia rica y poderosa puede pagar para mí, el colegio privado de mayor prestigio. El día del examen para ingresar a la universidad llegó, el Suneung, el examen de acceso a la universidad, que es conocido a nivel mundial por ser el más complicado y exigente del mundo. Yo no debía preocuparme, mi estatus social y económico me aseguraba un lugar en la universidad de mi elección, pero no era así para todos los estudiantes.

Eun – Ji, la hija de mi sirvienta que había fallecido hacía ya un año, iba a presentar el Suneung, ella era muy inteligente y se rehusaba a seguir siendo una sirvienta por herencia familiar. A pesar de ser sumamente inteligente, Eun— Ji, era una chica bastante tímida y retraída. No era capaz ni siquiera de mirarme a los ojos, a pesar de que teníamos la misma edad y habíamos crecido juntas. De niñas intenté que fuéramos amigas, pero nunca pudo dejar de llamarme Señorita Hana—Rhee.

Sentada sobre el puente que cruzaba el río en la zona más alejada de la propiedad, la vi de rodillas en el piso llorando su desgracia. No conseguir el tan anhelado lugar en una universidad Sky truncaba sus sueños de dejar de ser una empleada doméstica.

La miré de lejos y sentí pena por ella, pero acaso ¿alguien sentía pena por mí? Mientras ella lloraba por no haber podido ingresar en la universidad, yo lloraba porque debía casarme con un hombre al que no había visto nunca en mi vida.

—Si tu marido lo permite, podrás seguir estudiando Hana—dijo mi padre tajante, a partir del día de mi boda mi vida iba a depender de la buena voluntad de mi esposo en su totalidad. Era increíble que en pleno siglo XXI, una mujer en mis condiciones, no tuviera la libertad de tomar sus propias decisiones. Me preguntaba si siendo pobre, si no perteneciera a una familia tan importante, tendría la posibilidad de tener una vida plena y feliz.

Esa noche lloré encerrada en mis aposentos, no tenía ganas de ver a nadie, no podía resignarme a ser solo la esposa de un hombre importante, quería una vida propia, merecía una vida en libertad.

—Aquí está su cena señorita Hana-Rhee — dijo dejando la charola sobre la mesa de noche y mirando al piso.

—Eun-Ji ¿Por qué la clase social nos impide ser amigas? —Le pregunté, pero ni ella ni yo teníamos la respuesta, las reglas de la sociedad eran tan absurdas que yo nunca las iba a terminar de entender.

Nuestras miradas se cruzaron por un segundo, luego ella miró al piso como si mis ojos la lastimaran. Pude ver la inflamación bajo sus párpados por haber llorado tanto y estoy segura de que ella vio lo mismo en los míos.

Faltaban solo dos semanas para mi boda cuando mi padre cayó enfermo víctima de un evento cerebral vascular que le paralizó medio cuerpo y fue trasladado a una clínica de rehabilitación. En un lenguaje deficiente me ordenó que honrara su palabra y que me casara con Seung – Yi.

En mis planes no estaba el casarme, sabía que le iba a causar un gran disgusto a mi padre y que iba a deshonrar a mi familia, pero yo había tomado la decisión de escapar. Tenía un dinero ahorrado y había conseguido un boleto de avión para ir a América, pero con la enfermedad de mi padre todo se complicó.

Mi padre siempre fue para mí sinónimo de fortaleza, verlo así, tan vulnerable y sin esperanzas de recuperarse, evitó que yo cumpliera mis planes de huir, con lágrimas en los ojos hice pedazos el boleto de avión, tenía que encontrar otra forma para honrar la palabra de mi padre, pero sin tener que casarme con ese hombre.

A tres días de mi boda, todavía no encontraba una solución, hasta que una mañana, al ver entrar a Eun-Ji con el desayuno, un rayo de luz me iluminó.

—¿En verdad quieres dejar de ser una sirvienta? —Le pregunté y pude ver que sus mejillas se sonrojaban.

—Servir a su familia es un trabajo muy honorable señorita Hana-Rhee.

—¿Y no te gustaría más, que fueras tú, a quien le sirvieran? ¿Y si yo te dijera que puedo hacer que te conviertas en una gran señora? Podrías ir a la universidad y aprender todo lo que quieras, sé que te gustan las artes, la música y la danza.

—Eso es imposible señorita Hana-Rhee, yo no puedo pagar una universidad privada, tendré que esperar a presentar el Suneung en la próxima oportunidad.

—Escúchame bien Eun-Ji, si haces lo que yo te diga, te convertirás en la esposa de un hombre rico y poderoso y estoy segura de que él no te negará el permiso para estudiar en la universidad privada de las artes.

—Creo que la enfermedad de su padre le ha afectado también su cabeza señorita —sonrió sin atreverse a mirarme a los ojos.

—Estoy hablando muy seriamente, escucha mi plan con atención y te aseguro que las dos, obtendremos una recompensa.

No fue difícil convencer a mi sirvienta de que tomara mi lugar, una joven talentosa y con ganas de conocer el mundo más allá de las labores domésticas propias de la servidumbre.

Fueron dos días los que estuvimos encerradas en mi habitación planeándolo todo, lo más difícil fue hacer que dejara la actitud de sumisión, aunque le iba a resultar de mucha ayuda cuando estuviera frente a Seung – Yi

—Pase lo que pase, no te puedes enamorar de él —le dije— si en algún momento nos descubre, te daré dinero para que vayas a América y puedas seguir con tus estudios ¿entendiste?

Un día antes de la boda un lujoso automóvil con chofer llegó a recoger a la señorita Hana-Rhee para llevarla a la casa de su nueva familia. Vestida con mis ropas y llevando una maleta con mis pertenencias, mi sirvienta subió al auto, convertida en la mujer que ocuparía mi lugar.

Desde la ventana la vi partir, ahora yo era libre, podía hacer con mi vida lo que quisiera, aunque tenía que estar pendiente de ella, un error de su parte podría convertirse en una deshonra para mi familia.

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