4. Celebración.

Cuando salió del baño solo pudo abrir grandes ojos ante el enorme ramo de rosas rojas que su novio cargaba, su sonrisa se amplió enorme y aunque aún no estaba lista no dudó en acercarse a él. Antes de tomar los obsequios, porque el también cargaba una cajita de terciopelo en su otra mano, le acunó el rostro y le dejó un tierno beso en los labios.

Incluso con los dos regalos Ashton la rodeó por la cintura y solo la hizo pegar un chillido cuando la cargó, aunque no con tanta comodidad por tener las manos ocupadas. Verónica no dudo en llenarle el rostro de besos, hasta que nuevamente estuvo en el piso, lo primero que tomó sin dudarlo fue el enorme ramo de rosas.

—Que hermosas son—señaló volteando hacia él, quien estiró un piquito que ella besó—gracias amor, son muy lindas.

—Lamento haber llegado tan tarde ayer y no poder conseguirlas—ella solo negó, se alistaban para su cena de celebración—y esto también es para ti.

Ante sus ojos Ashton abrió la cajita mostrando unos hermosos aretes, su brillo era increíble y dejaba entrever el valor alto que la joya tenía. Verónica se sentía un poco contrariada, eran hermosos sin duda, pero no sabía cómo no sentir culpa o temor de aceptar objetos de tan alto valor, cuando Ashton le notó la duda, solo le tomó de las manos el ramo que dejó en la cama y le acunó el rostro.

—Sé lo que piensas—le indicó viéndola a los ojos—pero créeme que nada de eso tiene razón, porque si te lo mereces y si es un regalo que tu novio, yo, quiere que uses y te haga sentir bonita, pero sobre todo que cuando los veas te hagan pensar en él.

—Se ven costosos—señaló con un hilo de voz.

—Y lo son—ella solo suspiró acariciándole el pecho—pero mi amor, mi abejita conquistadora merece un obsequio de este tipo y sin duda mucho más—le elevó el mentón para verla de frente—conseguiste uno de tus sueños, ¿Cómo podría Verónica no darte algo lujoso y hermoso que vaya acorde a ese gran logro? Por favor no me hagas sentir mal.

—No, no, no, no quiero hacerlo—le acarició la mejilla y solo pudo darle un delicado beso—me encantan en realidad, son muy hermosos y nunca había tenido nada así—suspiró de forma pesada y de la mano de Ashton quitó la caja—gracias amor, por todo, por tanto, en realidad. Gracias por quererme y tratarme como una princesa.

—Lo seguiré haciendo hasta que tú misma me exijas ese trato porque lo eres Verónica, mi princesa, mi abejita conquistadora y sensual—la chica se soltó en una carcajada cuando este después de besarle empezó a zumbar cerca de su cuello que luego llenó de besos y con una nalgada la mandó a terminar de vestirse.

Aunque ha tenido un día de trabajo, ya le había prometido a ella que saldrían a celebrar el bien merecido nuevo puesto de trabajo de Verónica así que ha llegado temprano. Le hizo el amor en los sillones del apartamento y ahora terminaban de alistarse para ir al restaurante favorito de ella, quien solo le dio una enorme sonrisa antes de volver al baño.

Verónica suspiró viéndose ruborizada en el espejo, odiaba cuando se ponía tan dudosa de los detalles que Ashton tenía que con ella y vaya que han sido muchos en ese tiempo de relación, incluso antes, porque ella nunca pagó una sola vez en las pocas salidas que tuvieron. Intentó controlar sus pensamientos y tan solo negó cuando se encontró de nuevo ante los preciosos aretes de Cartier, mismos que se puso ahí ampliando la sonrisa cuando el brillo de los diamantes resaltó entre su cabello castaño.

Para darle un protagonismo a los mismos decidió llevar un peinado un poco recogido, terminó de maquillarse y solo salió del baño para dirigirse hacia el closet donde se colocó los tacones, tomó su pequeña cartera y al fin salió a la habitación. Le llamó la atención cuando no encontró a Ashton, pero no dudó en salir encontrándolo en una llamada mientras acomodaba el arreglo de rosas en un jarrón.

—Sí, sí te dije que voy con ella—la respuesta la hizo fruncir el ceño—claro que sí, todo el fin de semana—señaló más firme—¿y donde más mamá?—Verónica soltó un suspiro de alivio—ay vamos, no creo que se pongan así de pesados, por supuesto que quiero compartir mi habitación con mi novia, ¿Quién dijo eso? Dile que no, que a ella no le molesta. Está bien, nos veremos en unos días.

Cuando la encontró ante él solo pudo ampliar la sonrisa, se despidió y colgó la llamada dejando las rosas en la isla de la cocina y sin dudarlo se acercó a Verónica a quien tomó de la cintura y miró a los ojos.

—Luces arrebatadora—le indicó seguro y viéndola a los ojos—una abejita reina que andaré de mi mano con muchísimo orgullo.

Le dejó un beso rápido cerca de la comisura de sus labios.

—Iré a buscar mi chaqueta y las llaves del automóvil.

—Okay, aquí te espero.

Se dirigió hacia la cocina donde olió las rosas y tomó un poco de agua. Ella misma respondió algunos mensajes de su madre quien le avisaba que estaban ya por irse a la cama y que posiblemente recibiría un obsequio pronto por su enorme logro.

Sonrió cuando la misma le envió una fotografía, eran solo ella y su padre en la pequeña cocina de su casa, respondió con palabras amorosas y saludos para ambos, pero cuando se enfrentó al lugar ante ella solo suspiró. Ciertamente no era correcto que siguiera dejándose llevar por las cosas negativas que su mente maquinaba, pero que difícil era ignorar lo que incluso está ante ella.

Era más que clara las enormes diferencias entre ella y Ashton, no solo las sociales, también las personales. Ashton nunca ha tenido que limitarse, no tiene problemas en gastar quien sabe cuánto en unos pendientes, mientras ella sabe bien que con esos quien sabe cuánto podría pagar todo lo poco que tiene y hasta enviar a su familia.

Esperaba que las cosas, al menos a nivel de su mente, mejoren cuando ya tenga un buen salario y un puesto que la haga sentir equilibrada ante lo que Ashton es, porque así no solo dejará de sentirse culpable si acepta un obsequio costoso, será ella capaz de darle algo similar a él y no dudaría en hacerlo porque sin duda Ashton, quien salió bailando de hombros ante ella, se merecía lo mejor del mundo, y la mejor versión de sí misma.

Tratando de envolverse en una energía de celebración salió hacia donde él y se colgó de su cuello dejándole un beso, este la cargó de la cintura y con ella estirando los dos piecitos hacia atrás salieron del apartamento y buscaron el ascensor tomados de mano. En una esquina el joven le acunó el rostro y la besó de esa manera ardiente que erizaba la piel de Verónica y la ponía a gemir.

—¿Por qué te llamó tu mamá?—consultó Verónica, mientras buscaban el estacionamiento privado del edificio.

—Están organizando las habitaciones, al parecer algunos familiares se van a quedar en casa todo el fin de semana y querían saber si tú querías una habitación privada—ella frunció el ceño—exacto, por eso les dije que no, tú y yo vamos en la misma y que se alisten todos que nos vamos a volver salvajes en ella.

La risa en Verónica pronto lo contagió. El abrió la puerta para ella y cuando la joven se ubicó buscó su espacio tras el volante. Le encantaba a ella que siempre que iban en el hermoso deportivo de Ashton el condujera con una mano, porque la otra la ponía en su muslo, claro que ahora ha subido un poco más aprovechando el corto vestido que usaba.

—¿Cuánto tiempo estaremos? Recuerda que yo inicio el próximo lunes ya a trabajar.

—Claro mi amor, lo he tomado en cuenta—él fue seguro—por eso vamos a llegar el viernes—ella pasó saliva, pero asintió—la cena de mi padre es el sábado, pero pensaba que es mejor hacer la presentación antes y así no estás tan nerviosa para la actividad—Verónica sonrió con debilidad—y ya el domingo por la tarde regresamos, te hago el amor para que vayas bien relajada el lunes.

—Si es que aguanto, con todas las amenazas que me has hecho de hacérmelo en cada habitación de la casa de tus padres, siento que voy a venir sin piernas o sin vagina.

La risa de Ashton fue grave y encantadora, sin dudarlo le apretó el muslo desnudo, solo aprovechando un espacio de semáforo en rojo para besarle la mejilla.

—Es que no tengo suficiente de ti Verónica, eres demasiado sensual y adictiva—sonaba tan seguro que ella pronto se ruborizo—además que con esos sueños húmedos que has estado teniendo, creo que las mañanas podrían empezar siempre con un buen orgasmo para los dos.

—¿Sabes que han sido varios?—consultó con un hilo de voz, un tanto preocupada.

—No los he notado siempre, excepto el último donde me despertaste con tus gemidos preciosa, pero sí, te he sentido removerte en un par de ocasiones, imagino que ha sido por lo mismo—ella solo lamio sus labios y suspiró—¿tienes alguna fantasía abejita con la que has estado soñando? Porque yo puedo cumplírtela.

—¿En serio?—la pregunta lo hizo reír porque si sonó con demasiado entusiasmo, Ashton asintió.

—Sí, si claro. A ver—la miró unos segundos—dime ¿Qué te gustaría que lleváramos a la cama? Sabes bien que no soy un machista de esos que sienten que el sexo es solo para mi satisfacción—ella sonrió con debilidad—¿quieres algún juguete, elementos, juegos de roles?

—¿Antifaces?

Ashton la miró a los ojos y solo se lamio los labios arqueando una ceja.

—¿Antifaces?—consultó con voz grave—¿Cómo en tu primera vez?—tuvo miedo de asentir, pero al final lo hizo—Okay, me parece bien, podríamos ir a una tienda de adultos y comprar lo que más nos guste, antifaces, un juguetito vibrador y quizás…—se acercó a ella despacio—un tapón anal para empezar a explorar un poco más de tu cuerpo.

Verónica solo parpadeó con rapidez y ante lo mismo Ashton se puso a reír, apretando el muslo.

—La vamos a pasar bonito preciosa, ya verás. El próximo fin de semana iremos de compras para avivar la llama.

--¡Tú pasas ardiendo Ashton!—soltó divertida, logrando de nuevo la risa en él.

Le gustaba, aun cuando a veces la ponía nerviosa, ese ambiente de cierta complicidad que se establecía con rapidez entre ellos. La manera que Ashton de pronto la hacía sentir un poco vulgar, pero en confianza era sin duda algo que nunca había tenido, aunque a decir verdad era su primer novio formal y con el que ha experimentado mucho, y sin duda le ha gustado que él no se sienta intimidado a la idea de revivir la primera vez de Verónica.

Pensaba que las fechas, su vida ordenándose y la seriedad que está empezando a tomar su relación han sido grandes promotoras de que ella tenga esos sueños que son más bien recuerdos de lo vivido. Resultaba más que claro para Verónica que no iba a volver a tener un encuentro así de intenso, fogoso y completamente carnal, pero no por eso podía cerrar la posibilidad de tener algo sin duda mejor con el apuesto hombre que va a su lado.

Cuando la joven miró hacia donde iban solo abrió grandes ojos.

—Ashton—señaló emocionada, pero él solo amplió la sonrisa complacido—mi amor te volviste loco, si es solo un empleo.

—No, no, es tu empleo soñado—él fue seguro buscando la entrada del hermoso y reconocido Ledbruy, uno de los mejores restaurantes de Londres—te lo mereces mi amor, además aun hablas con mucha ensoñación cuando lograste venir para tu cumpleaños.

Ella solo le tomó el rostro y plantó un sonoro beso en su mejilla. La emoción fue clara en la joven y Ashton se sintió complacido ante la misma. Dejaron que los valet atendieran sus puertas y cuando se encontraron él no dudo en ofrecerle su mano que ella tomó con seguridad ingresando al interior del lugar.

Verónica había ahorrado casi tres meses para darse como regalo de su último cumpleaños una noche en aquel hermoso restaurante, como era un lugar lujoso solo invitó a Ava, pero cada una pagó su consumo que se resumió a una cena de seis tiempos con vino a juego, claro que costó más de trescientos euros por persona, pero fue todo lo que Verónica había soñado.

La mesa para el heredero Harrington estaba reservada y hasta la misma la pareja fue llevada. Fue Ashton quien ubicó a su novia y no dudó en tomar asiento ante ella.

—¿Te gustó la sorpresa?

—Es increíble, increíble—miró de nuevo el lugar—muchas gracias por esto, por tan hermosos detalles, no puedo…—el solo negó tomando sus manos que besó sin dudar—gracias Ashton, por en serio tratarme como tu princesa.

—Lo eres, aunque me gusta más decirte mi abejita—ella solo sonrió con debilidad, pero él no dudó en elevarse en su lugar y acunándole el rostro le dejó un beso—te mereces mucho más Verónica y si me dejas continuar en tu vida, yo me encargaré de dártelo ¿sí?

—Sí—susurró, tan solo cerrando los ojos cuando el nuevamente la besó.

Mientras la cena transcurría la conversación se iba dando más animada. Verónica le habló con más detalle sobre la entrevista, quienes estuvieron y hasta le señaló que vio a su padre salir de la empresa cuando ella llegó. Claro que Ashton indicó que posiblemente fue cuando se dirigió hacia el proyecto donde llegó a dar nuevas órdenes, mismas que fueron sobre las que Ashton había dado y no dejó el mejor ambiente ni el lugar, ni entre padre e hijo.

Ashton disfrutaba de no solo sorprender a Verónica, porque en realidad era fácil de hacerlo y sobretodo muy agradecida con él, también era una excelente compañera que lo escuchaba con atención y aconsejaba con amor.

—A veces solo quiero que llegué el momento en el que se retire y me dejé a mí a cargo.

—Pero tu padre aun es joven—él frunció el ceño—digo, va a cumplir cuarenta ¿no? creo que para la jubilación faltan unos veinte o treinta años.

—No mi amor, no me digas eso—se quejó fingiendo un llanto que hizo a Verónica reírse suave, pero pronto Ashton suspiró—y si, va a cumplir sus temidos cuarenta—tomó del vino ante él y luego la mano de su novia—la verdad es que no quiero que se jubile, si a veces tenemos roces de mando y es más que claro que a él le cuesta un poco ceder el control de la empresa, pero es un gran padre, es un buen hombre y me ha inspirado mucho en toda mi vida.

—Lo sé y lo puedo ver—ella fue delicada—¿sabías que Ava tiene un crush con él?

—¿Qué?—la risa en Ashton fue encantadora y grave, seguían sobre la mesa con las manos tomadas.

—Sabes que ella tiene a su alemán, pero dice que tu papá está como lo recetó el médico—los dos se rieron risueños.

—¿Y qué te parece a ti?

—¡¿A mí?!—la pregunta fue un poco alterada, logrando que Ashton rompiera en una carcajada—amor es tu padre, obviamente no lo miraré como te veo a ti—ella negó de inmediato y tomó de su vino—si es un hombre guapo, se ha preservado muy bien en su cuerpo supongo—la mirada de burla la hizo negar—¡Ashton!—se quejó—¿Por qué me pones en este aprieto?

—Tengo que ver si no hay amenazas de que mi padre te robé abejita mía—le besó la mano—pero bueno, sabes que es broma, al final si puedo aceptar que es un hombre atractivo, aun levanta muchos suspiros en mujeres mucho más jóvenes que él.

—Pero está ¿casado?—consultó un poco dudosa.

—Sí, hace un par de años al fin se dio la boda—tomó de su vino ante ella—ya te he contado un poco la historia, la muerte de la primera esposa de mi padre lo afectó muchísimo emocionalmente y si bien ha conocido desde hace mucho tiempo a Judy, digamos que le costó un poco a ella entrar al corazón herido de papá.

—No debió ser fácil para él, bueno para ambos. Ella siempre estuvo enamorada de él, era empleada de INDERSHA ¿verdad?

—Sí, sí y aunque se habló mucho de ella como una aprovechada, yo sinceramente siento que siempre fue honesta.

—Además que ella ya tenía una relación pasada y hasta una hija, tu hermanastra—él asintió—¿Cuánto años te llevas de ella?

—Adele tiene un año más que tu amor. Y si al principio no me cayó nada bien debo admitirte, pero hemos logrado limar asperezas y para cuando nuestros padres se casaron, se podría decir que los dos teníamos una mejor relación. Creo que te va a caer bien, eso sí, es como muy confianzuda.

—¿Cómo Ava?—él se puso a reír y asintió—entonces ya se más o menos como manejarla, ¿y crees que a Judy o bueno tu mamá le caiga bien?

—Para ella ya eres un encanto, hablamos mucho de ti en realidad desde que empezamos nuestra relación, aunque es extraño porque ellas son parte de nuestra familia hasta hace unos años, la confianza entre los tres es única—él fue seguro ante ella—y les he hablado mucho de ti. Cuando nos conocimos, cuanto empezamos en el grupo de trabajo y en realidad fueron ellas las que me animaron a invitarte a esa cita.

—¿O sea que somos novios por ellas?

—No, somos novios porque te gustó mi pene—Verónica solo volteó los ojos, pero él se puso a reír.

La joven lo buscó cuando sin dudarlo Ashton se puso de pie y se inclinó ante ella tomando su muslo, la joven le tomó del mentón y se perdió en esos ojos de un profundo color café.

—Somos novios porque nos gustamos, nos queremos, y hemos encontrado un espacio especial en esta relación que cada día se vuelve más fuerte y seria para los dos—ella asintió—somos novios porque eres una mujer hermosa, ejemplar, decidida, encantadora y sin duda muy especial Verónica y por eso mismo no solo me hace feliz ser tu novio, también llevarte a conocer a mi familia, porque sé bien que vas a conseguir conquistar a todos.

—Aunque vaya muy nerviosa y sudando como un cerdo para el matadero te prometo que lo haré bien, porque también me gustas y estoy feliz siendo tu novia.

Fue ella quien le dio un beso, pero cuando Ashton se puso de pie y la tomó de la mejilla la besó con más intensidad. Pasaba las diez de la noche cuando salieron del restaurante, en el automóvil se besaron mucho y la mano del caballero pasó de su muslo a rozar su coño conforme andaban por esas pistas un poco vacías.

Casi la tomó contra el capo del deportivo, pero lograron aguantar hasta el ascensor privado desde el estacionamiento, pero apenas cruzaron la puerta del apartamento Ashton la tomó en sus brazos, la cargó y contra la pared, al lado de la puerta principal, se hundió en ella, embistiendo con fuerza y un poco de ardor a la falta de preparación, pero necesitaba aliviar todo lo que ella despierta en él.

Verónica se agarró de su cuello, de su ropa y solo pudo besarlo, lo miraba como intentando no soltar un nombre que no conoce, porque aun cuando su cuerpo estuviera erizado y su coño siendo azotado por su novio, no pudo evitar el pensamiento, aunque duró unos segundos, del hombre que la tomó de la misma forma aquella noche, pero con más seguridad, más experticia y sin duda muchísima más pasión.

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