La mimada esposa del CEO
La mimada esposa del CEO
Por: Mónica
Capítulo 1
—Señorita Julia, el señor Martín ha vuelto.

—¿De verdad?

Julia Gómez, que estaba concentrada en su dibujo, emocionada, se apresuró a descorrer las cortinas inmediatamente para mirar por la ventana.

Al hacerlo, vio que un Cullinan entró en la villa, con un hombre de porte noble sentado en su interior.

¡En verdad había regresado!

Julia se puso muy nerviosa, sobre todo al pensar en lo que él haría al regresar, y se sonrojó tímidamente. ¡Sus besos eran tan apasionados!

En ese momento, la puerta de la habitación se abrió y Julia sonrió al ver que Andrés se adentraba en el dormitorio.

—Cariño.

—Ven aquí —dijo Andrés, tirando de su corbata.

Julia se acercó tímidamente a él y, un segundo después, Andrés la atrapó con fuerza entre sus brazos y la besó con pasión. Julia, aturdida por el beso, se dejó llevar por él hasta la cama por él e hicieron el amor desenfrenadamente. Julia soportó sus embestidas con los ojos cerrados, esta vez era más intensos que nunca. Fue solo cuando ella gimió que él la soltó con satisfacción, antes de apartar las mantas y encaminarse al cuarto de baño.

Julia se recostó en la cama, sintiéndose impotente, como si se estuviera desmoronando.

Julia y Andrés llevaban dos años casados en secreto. No se habían casado por amor, sino que lo habían hecho porque su padre había obligado a Andrés a casarse con ella. Por esto, al principio, a Andrés ella no le gustaba mucho, pero a ella sí le gustaba él, por lo que se esforzó al máximo hasta que él la correspondió.

Pensando en su intensa placer de esa noche, ella se sintió emocionada al experimentar la felicidad de ser amada. Julia creía que, si podía darle un hijo, su matrimonio sería cada vez más feliz en el futuro.

De repente, la puerta del baño se abrió de golpe. Andrés salió, sosteniendo un test de embarazo, y preguntó muy serio:

—¿Estás embarazada?

—Todavía no lo sé, lo he comprado esta mañana —respondió Julia, incorporándose asustada.

—¿Por qué lo has comprado?

—Recientemente, he estado vomitando y no puedo comer. Fuiste tú quien dijo que debería hacerme una prueba de embarazo cuando tuviera síntomas que me hicieran sospechar —contestó con expresión inocente.

—Hazte la prueba —repuso Andrés.

—Dúchate tranquilo, luego me la hago.

—Ahora —ordenó, con seriedad.

Julia, quien casualmente quería ir al baño, se levantó de la cama y se encaminó a hacerse la prueba.

Unos minutos después, salió del baño, haciendo que Andrés, que estaba sentado en el sofá, levantara la vista.

—¿Qué pasó? —preguntó.

—No estoy embarazada —respondió Julia con decepción.

—Ve a buscar mi ropa —ordenó Andrés con frialdad.

Julia no pudo comprender las emociones que se ocultaban tras sus ojos.

—Ya es muy tarde, ¿vas a salir?

—Sí —contestó Andrés, con tono frío, como de costumbre.

Julia no dijo nada más y se giró hacia el guardarropa.

Julia se sentía decepcionada después de comprobar que no estaba embarazada. ¡Lo deseaba tanto!

Toda la familia de Andrés, incluido él mismo, querían que se quedara embarazada, pero después de dos años, todavía no conseguía quedarse embarazada a pesar de todos sus esfuerzos.

Después de dos años de matrimonio, Julia quería a Andrés cada vez más, pero él estaba tan ocupado, que a veces no volvía por diez o quince días. Esta vez era una rara oportunidad de estar juntos, por lo que Julia no pudo evitar entristecerse al verlo partir de nuevo tan pronto.

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