Heinz notaba como su control habitual se había hecho añicos. Toda su compostura, aquella frialdad calculada que lo había definido por años, había quedado atrás, reemplazada por una sensación de entrega total. Sus músculos, tensos y vibrantes, se movían casi por instinto, guiados únicamente por el profundo deseo de fundirse con Ha-na en todos los sentidos posibles. Su mente apenas podía procesar el cúmulo de sensaciones que lo atravesaban como una corriente eléctrica: el roce de su piel contra la de ella, la calidez que lo embarcaba, el sonido de su respiración que llenaba sus oídos.Ha-na estaba convulsionando por el placer. Sin embargo, la forma en que la miraba, como si ella fuera lo único que existía en el mundo. Esa mirada azul, intensa y cargada de emociones, la desarmaba. Sus ojos entrecerrados captaban destellos de sus expresiones: la concentración en su rostro, el ligero temblor en sus labios, el sudor que brillaba en su frente. Todo eso le hablaba de una entrega sincera, de u
La habitación, sumida en el silencio de la noche, albergaba dos cuerpos que finalmente habían encontrado descanso. Después de horas de unirse en un frenesí de emociones y sensaciones, Heinz y Ha-na se habían rendido al agotamiento, sus respiraciones aún acompañadas como un eco de su conexión reciente. El calor de sus cuerpos impregnaba el lecho, como evidencia de la intensidad a la que habían sucumbido sin ningún pudor, mientras el aire en la habitación seguía denso con el aroma de la intimidad.Heinz dormía abrazándola, su brazo descansando con naturalidad sobre la cintura de Ha-na, como si temiera que pudiera alejarse incluso en sus sueños. Su cuerpo, aún cálido y húmedo, estaba relajado, pero su expresión mantenía un leve rastro de la intensidad del día anterior. Los músculos de su rostro, normalmente tensos y controlados, ahora se muestran suaves. Había en él una tranquilidad que rara vez se permitía sentir, como si, por primera vez en mucho tiempo, hubiera dejado caer todas sus d
Después de cepillarse los dientes, Heinz abrió la llave de la ducha, y el agua caliente comenzó a caer, llenando el sitio con vapor. Ha-na entró primero, dejando que el líquido corriera por su cuerpo, llevándose consigo las últimas huellas de la noche anterior. Heinz la siguió, y por un momento, simplemente se quedaron allí, disfrutando de la sensación afable que humedecía sus pieles.Pero no pasó mucho tiempo antes de que la tensión entre ellos volviera a crecer. Heinz se acercó a Ha-na. Sus manos recorrieron la angosta espalda blanca de ella y le dio besos en los omóplatos.Ha-na se volvió hacia él y sus labios se encontraron en un beso apasionado. El vapor los envolvía, creando una atmósfera íntima y cerrada, como si estuvieran en su propio mundo.Heinz de forma decidida, giró a Ha-na y la apoyó contra la pared de cristal de la ducha.Ella se inclinó hacia adelante, con sus manos planas contra el vidrio. Con un gemido ahogado, Ha-na sintió cómo Heinz se hacía paso en su interior un
El reloj marcó el fin de la jornada; ambos sintieron una mezcla de alivio y anticipación. Ha-na recogió sus cosas con calma, asegurándose de no cruzarse demasiado con Heinz mientras los demás empleados salían de la oficina. Él esperó en su despacho hasta que el edificio comenzó a vaciarse, revisando documentos con una concentración que no era del todo genuina.Así, cuando el silencio dominó el espacio, Ha-na apareció en la puerta de su oficina. Solo lo miró con una mezcla de complicidad y expectativa. Heinz dejó los papeles a un lado y se levantó. Su imponente figura iluminada por la tenue luz del despacho.Las luces de la ciudad nocturna se derramaban a través de las ventanas, bañando la oficina en un resplandor tenue y etéreo. Allí, en medio del elegante mobiliario y el aroma empresarial, Heinz y Ha-na estaban inmersos en un torbellino de emociones que habían contenido durante demasiado tiempo. Todo alrededor parecía desvanecerse mientras sus miradas se encontraban, tensas pero carg
Heinz le desabotonó la camisa de secretaria. Lo hacía con una combinación de control y devoción, como si el acto fuera de un ritual sagrado. Sus dedos trabajaban con precisión, pero su mente estaba inundada por el impacto de tenerla tan cerca, así de entregada y, al mismo tiempo, tan poderosa en su presencia. La tela se deslizó de sus hombros y la arrojó al escritorio. Inhaló profundamente, notando la delicada mezcla de su perfume floral con el calor que emanaba de su piel caucásica. Su mirada se detuvo en el contorno de su figura, ahora cubierta solo por el brasier que parecía enmarcar la elegancia de su cuerpo. Era fascinante cómo podía conjugar fuerza y suavidad, cómo su piel parecía brillar bajo la luz tenue de la oficina. El contraste entre el paisaje nocturno tras las ventanas y la calidez de su presencia hacía que el momento se sintiera irreal, como si ambos estuvieran en un mundo aislado del tiempo y las obligaciones.Ha-na, ante el ligero roce de sus dedos al despojarla de
Heinz se colocó frente a ella una vez más, y su mirada se posó en el torso desnudo de Ha-na. Solo llevaba la falda, las medias veladas y los tacones altos, una imagen gloriosa para su retina. Extendió su mano y comenzó a masajear sus senos gráciles, sintiendo la suavidad de su piel y la firmeza de sus pechos. Las areolas rosadas y los pezones diminutos se endurecieron bajo sus dedos. Luego, no pudo resistir la tentación de inclinarse y llevárselos a la boca. Con voracidad, comenzó a chupar y morder suavemente los pezones de Ha-na, provocando que ella soltara gemidos ahogados.—Ahh… Ahh… Mmm…Los ruidos de Ha-na llenaban el despacho empresarial, mezclándose con el ritmo acelerado de sus respiraciones. La entrepierna de Heinz se endureció aún más, presionando contra su pantalón, mientras continuaba explorando cada centímetro de su cuerpo.Ha-na, perdida en el placer, dejó que las sensaciones la inundaran por completo. Sus manos se aferraron a los hombros de Heinz, mientras respondía a c
Ha-na se aferraba al borde del escritorio. Su anatomía vibrando con fuerte temblor ante los asaltos por detrás que le propinaba su joven jefe. La superficie fría le hizo erizar los vellos de su piel, mientras era recorrida por electricidad y dureza en su humanidad. Las acometidas la sumían más en una vorágine de emociones que la dejaba sin aliento. Su mente trataba de procesar lo que sucedía, pero era inútil; todo su ser estaba atrapado en el presente, en el caos maravilloso de lo que compartía con Heinz.El aire en la oficina se volvió más denso con cada instante, saturado de su respiración acelerada y de los sonidos que no podían contener. Jadeos y gemidos escapaban de sus labios en una melodía desordenada que llenaba el despacho, mezclándose con el eco plausivo de sus movimientos. Era un ritmo frenético, como si el tiempo se hubiera desquebrajado, y solo existieran ellos en ese pequeño universo cerrado por las paredes de cristal.Heinz, detrás de ella, sentía un torbellino en su pe
Desde aquel día, al anochecer, la rutina entre Heinz y Ha-na se transformó en algo más íntimo y apasionado. Ya no se limitaban a un simple beso por contrato. Heinz, con mirada ardiente, comenzaba a desnudar lentamente el torso de Ha-na, revelando su piel pálida y suave. Sus labios encontraban sus pechos, chupando y mordiendo con una mezcla de ternura y voracidad que la hacía estremecer ante el acto devorador de su joven jefe, su amante y su salvador, quien había sido su soporte en esta instancia de su vida.Ha-na, siempre impecable con sus faldas ajustadas, medias veladas y tacones altos, parecía haber aceptado un acuerdo tácito: su vestimenta no solo era elegante, sino también funcional, facilitando esos encuentros furtivos que los consumían en la privacidad de la oficina ejecutiva del respetado CEO de la empresa.Heinz la empinaba contra el escritorio. Sus manos firmes agarraban sus caderas, mientras la empujaba con fuerza. El sonido de sus cuerpos chocando, húmedo y rítmico, producí