02 - ¿Qué hace él aquí?

El sol comenzaba a filtrarse, y los ojos de Holly aún no se habían cerrado desde que volvió a su casa esa madrugada. Ella sabía que tenía que darle una respuesta a ese hombre, y se sentía fatal, pese a que había aceptado sin pensar; pero, sobre todo, necesitaba recuperar a su hermano.

Días antes, escuchó hablar a sus padres respecto al comportamiento de su hermano menor, y ella, pese a que era un malagradecido, también lo adoraba para dejarlo sufrir. Sabía que precisaba una ayuda, que algo estaba pasando con él, pero no podía hacer mucho si Raúl no confiaba. Y ahora, esto de que está comprometida con un hombre que no conoce, la vuelve más vulnerable, porque sabe que está mal, y la vez, siente que puede hacerlo.

No obstante, está decidida a confesarle a sus padres lo que ha pasado. En definitiva, ella no puede simplemente dejarse amenazar por un hombre, cuando tiene la suerte de estar en una familia con gran poder en el país, e incluso fuera de él. Por lo que, decidida, decide salir de la habitación, para contarle toda la verdad a sus padres.

Ezekiel, por su parte, presentía que algo así iba a suceder, pues la mujer en cuestión, tenía todo como para quedarse callada, y tampoco él quería ser un enemigo de su familia, y no porque tuviera miedo, sino porque en verdad quería demostrarle a la joven médica, que sus intereses no son nada monetarios, más bien, eran sentimentales.

Él ha estado enamorado de ella desde que era solo una adolescente, pero la edad que los separaba, lo obligaba mantenerse al margen. Quería que ella disfrute de su juventud, que conozca más de este mundo, y solo después de que eso suceda, podía aparecer en su vida; sin embargo, la amenaza de su abuelo, lo descolocó, y lo llevó a apresurar las cosas.

Estaba un poco asustado por dentro, pero debía ocultarlo. Nunca una situación lo puso de esa forma, pero ella, era la persona por la que daría todo, pese a que presentía que no sería fácil. Se había montado en su coche, y condujo hasta la residencia Brusquetti, y una vez allí, pidió hablar personalmente con ambos.

— ¿A que debemos tu visita? — dice el señor Brusquetti, ofreciéndole asiento en su despacho. La señora Brusquetti, le ofrece un vaso con agua, aunque, necesitaba algo más fuerte para el momento —. Para ser honesto, me sorprende verlo por aquí.

— Lo mismo digo, pero necesitaba hacerlo, es un tema que a Holly le encantaría — sonríe, fingiendo recordar algo —. Es muy exigente.

Tanto Arturo como Kerianne, estaban confundidos, pues no entendían de donde se conocían ambos, pero la forma en que se expresaba de su hija, le llenaba de orgullo, pues Fernando, nunca se había expresado con tal elegancia de su primogénita.

— ¿Qué es exactamente lo que necesitas hablar? — pregunta de inmediato la madre, antes de que su esposo, pregunte lo que realmente quiere saber.

Ezekiel sonríe, percatándose de que la madre es más astuta que el padre, pues actúa de acuerdo al momento, justo como de seguro haría su prometida. Su rebelde y hermosa prometida.

— Vengo a pedir la mano de Holly. Anhelo hacerla mi esposa y entregarle el mundo de ser necesario. Ella me advirtió de que eran estrictos, y que debía hablar con ustedes, antes que nada, y con la mano en el corazón, les aseguro que mis intenciones son buenas.

Ambos padres estaban sorprendidos, no comprendían lo que estaba pasando. Se suponía que su hija se casaría, pero no con este hombre, sino con Fernando. Algo no cuadraba, y se negaban a creer que Holly, fuese capaz de jugar en dos bandas, especialmente con un hombre importante como lo es, el hombre frente a ellos.

— ¿Casarte? ¿Con nuestra hija? — pregunta en shock, el padre de la misma.

— Así es. He intentado venir antes, pero surgieron muchas cosas que me impidieron estar aquí, sin embargo, ahora por fin me he mudado, y ya no quiero esperar hacerla mi esposa. Fue una relación larga y sufrida, la distancia no es algo que…

— ¿Distancia? — repite la madre, un poco confundida.

— Así es — responde Ezekiel, haciéndose el desentendido. Quizás cometa un error, pero ya vería como solucionar ese problema.

No obstante, ambos padres se miraron entre sí, sin comprender lo que sucedía, especialmente, porque días antes estaba comprometiéndose con Fernando. La señora admitía que el que creía su yerno no le caía bien, pero no imaginaba a su hija de esa forma, pues siempre ha demostrado ser muy madura.

— ¡Padre! ¡Madre! necesito hablar con ustedes — dice Holly, ingresando en el despacho, pero las palabras quedaron atascadas en su garganta, al ver al hombre de la noche anterior con sus progenitores.

Estaba completamente en shock, pues no comprendía que hacía ese hombre en su casa, ni siquiera conocía su nombre, ni nada de esas cosas que comúnmente las personas cercanas deben saber.

Ezekiel, al ver el rostro pálido de la joven médica, se puso en marcha con su plan, e inmediatamente se puso de pie para salvarla, o salvar el momento. No estaba en discusión nada, ella aceptó y pues, no permitiría que ella lo estropee.

— Mi bella flor — manifiesta, acercándose a ella. Holly por su parte, no sabía que responder, solo lo observaba desde abajo, porque no solo era misterioso, sino grande. Un hombre grande, que la hacía sentir chiquita en muchos aspectos —. Mi Holly.

— Cariño — respondió finalmente, pues no tenía idea de cómo llamarlo —. ¿Qué estás haciendo aquí?

— Pues vine a hablar con tus padres, como me lo dijiste — comenta Ezekiel, admirando su rostro sin color, y la forma en que sus ojos se movían de él a sus padres —. No podía esperar más, y vine a contarles todo.

El mundo se detiene en ese momento para Holly, quien no sabía que tanto había abierto la boca, y dedujo que no podía demostrar su miedo ante sus padres, quienes solo se dedicaban a observar el espectáculo.

Por tanto, Arturo y Kerianne, sabían que había un trasfondo en esta situación, porque su hija es de las que confía en ellos, por lo que esta les resultaba extraño; sin embargo, cuando la sonrisa de su hija por fin vislumbró en ese despacho, toda desconfianza casi desapareció. Casi.

— Sí, pero debíamos organizarlo. Aún no he hablado de ti con mis padres.

— Algo que me ofende muchísimo, especialmente cuando vengo a pedir tu mano — La tos que le genera a la joven médica, le saca una sonrisa al hombre.

— ¿Boda?

— La misma que hablamos una semana y pediste que viniera lo antes posible, mi bella flor.

Para Holly este hombre estaba completamente loco, y era capaz de todo para asegurar su objetivo, y ella debía ser más astuta. Ezekiel se acercó y abrió los brazos para ella, por lo que no le quedó remedio que pegarse a su pecho. Él olía tan bien y sus pectorales eran fuertes.

Y…,

— Tú hermano aún no ha vuelto — amenaza el hombre, en un susurro, y la piel de la joven médica se eriza en ese momento.

Finge una sonrisa, y observa a sus padres, que no habían dicho ni una sola palabra.

— Sé que tienen muchas preguntas, y tengo las respuestas a todas. Solo estoy un poco sorprendida aún.

Su padre no estaba conforme con eso, por lo que, se pone de pie y se sirve un vaso de su wisky, para calmar su curiosidad. No podía deducir lo que pasaba con su hija, y si ese hombre estaba amenazándola con algo.

— ¿Qué pasó con Fernando? — preguntó directamente. Kerianne quería golpear a su esposo, por poner a su hija en esa situación, pero era necesario que le dé un escarmiento.

— Terminamos — responde, con un hilo de voz, conteniendo sus ganas de llorar al recordar lo que había visto. Ezekiel sintió la tensión en la niña, y pudo detectar el ligero temblor de sus manos —. Hace un buen tiempo.

— ¿Por qué? ¿Por qué no nos comentaste? Te vimos hablando con él.

» Un hombre sin miedo «pensó Ezekiel, al ver como hacía las preguntas a su hija, pese a que él estaba presente. No se molestó y comprendió porque ella era tan recta.

— No quería aceptar nuestra ruptura, y no pretendía armar una escena, somos muy conocidos — responde agachando la cabeza, conteniendo las lágrimas.

— ¿Cuál fue el motivo de su ruptura?

— Me fue infiel — contesta, presionando con fuerza la mano de Ezekiel, y fue entonces que entendió que esa ruptura fue reciente y que su dolor era real —. Lo descubrí en su departamento con Luisa.

— ¿Tú mejor amiga? — Ella solo asintió.

— ¿Por qué no nos hablaste de él? — interviene su madre.

— Al principio porque no confiaba en mí — decide intervenir de inmediato Ezekiel —. Vivía en otro lado, y no creía que funcionaría, y después porque, la diferencia de edad es un poco grande.

— Lo he notado.

Las interrogaciones continuaron, hasta que ya no había más preguntas que hacer, y pese a las circunstancias, parecía que habían logrado convencer a sus padres.

Mientras ella le despedía al hombre, y él, solo sonreía, por lo tierna que se veía.

— La próxima debes avisar tus planes — manifiesta, con total descontenta la joven médica. No tenía intenciones de fingir que él le agradaba.

— Sabía cuáles serían tus intenciones. Eres la hijita mimada de papi y mami, por lo que ibas a recurrir a ellos a contarles todo. — Se acerca a ella, y finge abrazarla —. Ya estás en el juego, pequeña Holly, tú hermano está a salvo y mi dinero también —Se aparta, después de dejar un beso —. Seremos el matrimonio perfecto, y serás la reina más envidiada. Te hice una promesa y la voy a cumplir.

Se aleja, y sube a su coche, para después, simplemente conducir hasta salir de la residencia, mientras ella se queda allí, parada, intentando recordar a que promesa se refería, porque ya se había olvidado de todo.

Mientras tanto, desde la ventana del despacho, su padre, Arturo Brusquetti, observaba la situación, sin sentirse conforme y seguro con las respuestas que le habían dado. Sabía que había algo detrás de todo esto, y el cuerpo tensionado de su hija lo confirmaba.

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