Capítulo 2

Me maquillo y me decido por un vestido negro de encaje manga larga que solo se anuda a un lado, y llega por encima de mis rodillas. Así será más fácil quitármelo después pienso. Me pongo una gabardina nude y zapatos de tacón rojos hacen ruido en el piso de madera. Mi cabello lo arreglo en ondas y lo dejo suelto.

Si, elegante con un toque sexi. Salgo de mi habitación metiendo en mi clutch monocolor la llave de la habitación y mi móvil, Además, de algo de efectivo y mis tarjetas.

Miro mi reloj y veo que aun llegó a tiempo.

Una vez en el vestíbulo del complejo y decido tomar un taxi.

Veinte minutos después estoy entrando en el restaurante del hotel El Plaza. El elegante maître me guía a la mesa reservada, pero está sola.

Me quito la gabardina y la dejo en la silla de al lado.

El mesero llega de inmediato

—Una copa de Sauvignon por favor.

El Palm Courtes es un restaurant casual. Su decoración está inspirada en central park. El lugar tiene plantas, palmeras hasta el techo, detalle de enrejados y muebles personalizados con caña en sus diseños. Todo el lugar brilla gracias a la cúpula de vitrales, esto para recordar a la original construida a principios de mil novecientos. Su elegancia convertía su restaurante y bar en uno de los lugares emblemáticos para visitar en la ciudad.

Sin duda, Daniel estaba pensando en grande.

Cuando el camarero deja mi copa, le doy un sorbo antes de abrir mi bolso, buscar mi móvil y marcar a Daniel.

El móvil suena hasta que va directo a buzón.

Con sutileza miro alrededor y veo a algunas personas ya cenado. Una pareja de ancianos, algunos hombres reunidos. Al fondo del lugar hay tres que me miran. Sin embargo, el que está sentado en medio es el que capta mi atención. Lleva un traje gris de tres piezas. El cabello un poco más largo de lo normal peinado hacia atrás, su piel tiene un ligero toque dorado. Su mirada me incómoda y también me hace sentir curiosidad.

¡Por Dios, Helena! estas esperando a Daniel.

Me reprendo antes de ignorar su mirada y darle otro sorbo a mi copa.

Mi móvil suena y lo tomo.

Daniel.

—¿Dónde estás?

Bebé me vas a matar—dice. Cuento hasta diez—Smith me dijo que debemos reunirnos con alguien en su casa, ¿Sabes lo que significa para mí? —habla emocionado.

—Si. Eso significa que esto, se terminó— respondo— Como es posible que te desapareces por dos semanas.

Estaba trabajando— me corta.

—Yo también, pero podríamos haber inventado algo y vernos—resoplo—Esta noche pensé que íbamos a pasar página.

Helena. Mi trabajo es primero.

Sus palabras no me producen dolor ni me sorprenden.

Las palabras de Jojo llegan a mi mente. 

Resoplo.

—Terminamos Daniel—digo con calma—Me canse de esto. No funciona.

No puedes dejarme—grita sorprendiéndome—Sabes que tener una relación con alguien con tú, es importante para mi imagen.

Hasta aquí llegue.

—¡Me importa una m****a tu imagen! —digo furiosa—Está claro que no hay compromiso de las dos partes. Bueno, más de la tuya— digo entre dientes

—Bebé.

—No vuelvas a llamarme así—digo en tono tajante—Me quedan claro tus prioridades y ¿sabes qué? es mejor porque acabo de darme cuenta que no siento nada. Tu desplante no me provoco nada—miro alrededor tratando de aclarar mis ideas—bueno sí. Me canso. No funcionamos.

Eso no lo dices cuando tenemos sexo— su tono es sarcástico y no me gusta.

—Por favor Daniel. No me hagas hablar—digo—Porque ere incapaz de hacerme llegar—hace un sonido de horror—Sí. Es la verdad, lo mejor que podemos hacer es tomar camino separados.

—No hemos terminado, ¿me entiendes?

—Pues, yo si —digo cabreada por su tono amenazante—¡Ah! Y odio que me digas bebé. No soy una niña. Pendejo—cuelgo y dejo el móvil al lado de mi bolso. El mismo vibra.

Lo pongo en silencio antes de darle la vuelta. Sorbo de mi copa

—Creo que necesito un whisky —murmuro.

—Que sean dos—levanto la cabeza para ver al hombre que estaba al fondo con otros dos más.

Sus ojos grises me estudian de manera atenta.

Me remuevo incomoda.

Con incredulidad lo miro tomar asiento frente a mí.

—Perdona, pero ¿nos conocemos? —inquiero, el chasquea sus labios.

—Nunca me olvidaría haberla visto—murmura en voz baja y seria—desea un trago más fuerte.

—Debería irme—digo tomando mi bolso.

—Espera—dice agarrando mi mano—por favor —el por favor suena como si le hiciera gracia—Solo quiero invitarte una copa— sus ojos recorren mi cuerpo.

Lentamente vuelvo a mi asiento

Que me condenen, pero este hombre grita peligro por todos lados.

Este hace una seña y de inmediato un mesero deja frente a mí deja dos vasos de whisky.

—Una mujer como tú no debería estar sola.

—Una mujer como yo, solo necesita de ella misma.

—Tienes espíritu —comenta—Por cierto, soy Cillian.

—Un gusto Cillian. Mi nombre es Helena.

—Helena—repite mi nombre probando como suena de sus labios—Dime Helena, ¿Eres tan tentadora como tu nombre?

Me rio.

—Digamos que soy una caja de sorpresa.

Qué coño Helena, ¿Tan necesitada estas?

Alejo mis pensamientos y me concentro en el espécimen que tengo frente a mi

—¿Eres de aquí?

—Si. Nací y crecí en Nueva York, ¿tu? —pregunto curiosa.

—Soy del mundo. Digamos que él es mi hogar.

—Eso es un hogar muy grande.

Toma su vaso y veo tinta en la muñeca y las manos.

Me remuevo inquieta.

No Helena. No estas inquieta, estas caliente y este hombre son todas tus fantasías y sueños húmedos juntos.

—Dime, ¿esperas a alguien? —sus ojos no dejan los míos y no me ayuda poder alejar esos pensamientos.

—De verdad me tengo que ir —me pongo de pie y tomo mis cosas —un placer conocerte Cillian—murmuro saliendo sin mirar atrás.

— Espera— Cillian me detiene el vestíbulo del hotel —Tomemos otra copa.

La pantalla de mi móvil se ilumina.

¡Esto no se queda así!

Sonrió cabreada.

Abro mi bolso y saco la llave de la habitación que Daniel me envió

—¿Sabes qué? acepto esa copa, pero creo que podemos tomarla en un lugar más privado.

Jojo estaría orgullosa de mí.

Soy una mujer independiente y soltera.  

No desde hace veinte minutos atrás. No. Creo que, desde hace dos meses, ese el tiempo que llevo si acostarme con Daniel.

¡Que se joda!

La sonrisa de Cillian es sexi antes de guiarme por vestíbulo hasta los elevadores.

* * * * *

—Eres hermosa—Cillian murmura mientras desciende por mi cuerpo, me muevo debajo de él. Aparta mis bragas y sopla suavemente haciendo que mi cuerpo entre en llamas.

—Me vas alabar o actuar, ¡Ah! —exclamo cuando su boca cubre mi centro y envía electricidad por mi cuerpo.

Mis pezones están erguidos y pelean con el delicado material del sostén. Mi mano va a la cabeza de Cillian y la meto en su cabello.

El aumenta su asalto.

Cuando mete un dedo en mi interior estoy al límite del orgasmo, pero él se detiene.

—¿Qué coño? —me quejo.

Me regala una sonrisa depredadora antes de bajar su cabeza y atacar mi centro de nuevo. Esta vez sin tregua haciéndome explotar en un delicioso y largo orgasmo.

Aun respiro con dificultad cuando asciende dejando besos húmedos en mi enrojecido cuerpo. Se reclina a mi lado y su boca cubre La mía y la saquea excitándome de nuevo.

Cuando subimos a la habitación ambos sabíamos cómo terminaría la noche. En un principio estaba algo nerviosa, pero cuando sus labios tomaron los míos por primera vez me sentí arder.

Este hombre es fuego y quiero quemarme

¡Que se jodan todos!

—Date la vuelta —susurra.

—No—entrecierra sus ojos.

Lo empujo con suavidad.

—Es mi turno de catar el producto— lo veo dudar.

Y por un momento creo que es solo un fanfarrón. Bueno un fanfarrón que me dio un sexo oral fantástico. Desabrocho sus pantalones, acaricio su miembro encima del bóxer negro.

El paquete es potente, pienso mientras libero.

¡Madre de Dios!

Lo toco y se estremece. Comienzo con mis caricias de arriba abajo y cuando me inclino un poco y tomo solo la punta Cillian me levanta de los hombros y se posiciona sobre mí.

—Si me sigues tocando, esto no durara nada.

—¿Y qué importa? —susurro—Yo no tengo prisa—sus labios cubren los míos en respuesta. Sabe a whisky y picante. Es delicioso.

Escucho el peculiar sonido del preservativo. Se pone de pie y desabrocha su camisa. Veo con deleite como su torso tiene un diseño tribal y otros más que no reconozco. Lo que distingo es la manga del diseño intrincado en su piel, las marcas en su muñeca y mano que vi en la mesa son del mismo tatuaje.

Se deshace de sus pantalones y lo veo ponerse el condón antes de subir a la cama. Cubre su cuerpo con el mío. La electricidad que sentí en el restaurante se intensifica y es todo lo que puedo hacer para no perder mi m****a.

Con pericia se adentra en mí y poco a poco siento como me estiro y adapto a su tamaño. Ambos jadeamos en respuesta antes de que me coma la boca. Cuando por fin me estira, deja mis labios para moverse un poco. La fricción que genera me arranca un gemido. Me mira con una sonrisa depravada.

—Necesitas moverte —le digo.

Para mi sorpresa, nos da la vuelta y me deja arriba. Desde esta posición lo siento más profundo y me inclino hacia adelante posando mis manos en su pecho. Cierro los ojos y respiro de forma pesada.

—Esto no lo necesitas—murmura antes de soltar el broche de mi sostén y liberar mis pechos.

Sus manos juegan con ellos y comienzo a moverme despacio.

No pienso, solo me dejo llevar por las sensaciones que me provoca su toque. Es una lastima que no volveré a verlo.

(***)

Me despierto y miro mi reloj para darme cuenta que son las cinco de la mañana.

A mi lado veo al hombre que me dio la mejor noche de sexo en mucho tempo.

Sin hacer ruido me pongo de pie y comienzo a reunir mi ropa. Me meto al baño y me sorprende ver el aspecto que tengo.

—Jesús. Helena— mis labios están hinchados y el cabello desordenado.

Me veo completamente jodida sonrió divertida.

—De hecho, te jodio a conciencia —murmuro—Ya basta—me digo.

Me lavo el rostro rápido y visto sin hacer ruido. Abro la puerta del baño y sigue en la cama dormido.

Con mis zapatos en la mano y mis cosas, camino hasta la puerta de la habitación que consta de un pequeño recibidor y la habitación estas se dividen por una puerta para dar privacidad.

Le echo un último vistazo a el hombre antes de salir sin mirar atrás.

Cuando camino por el pasillo no miro a nadie y subo rápido al elevador.

—Creo que oficialmente estoy loca— murmuro.

En tiempo record, llego a mi departamento que está en silencio. Jojo no debe estar porque si no, ya me habría sometido un interrogatorio y no podía decirle todavía que había mandado a Daniel definitivamente a la m****a y que, para rematar la Faena, me había acostado con un desconocido.

—Helena, ¿Es que estas loca? —susurro.

Sin hacer ruido, me meto a mi habitación y me dejo caer en la cama con un suspiro.

No puedo negar que fue una noche como ninguna otra, y que se quedara en mi mente por un tiempo.

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