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El pequeño lo llevó hacia una pequeña terraza con algunas mesas. Apenas había lobos allí, pero en el fondo encontró uno que tomaba algo de un vaso.

-Hermano- el cachorro gritó sacudiendo su otra manito.

En nombrado alzó la cabeza y caminó rápido hacia donde estaban ellos.

-Nayr ¿no arrastres a los demás así? Cuantas veces te lo tengo que decir-

-Pero hermano Antoin- hizo un puchero- Yo solo quería mostrártelo-

El lobo alzó la cabeza y enfocó a Aidan. Sus oscuros ojos lo recorrieron de arriba abajo, no muy diferente de como lo habían hecho antes los machos de la manada.

-¿Y él es?- su tono fue indescriptible.

-El hermoso lobo con el que choqué aquella vez. Viste, te dije que era muy lindo- sus ojos brillaban.

Aidan solo apreciaba la escena con calma. Delante de él estaban dos lobos, uno adulto, pero aún joven y otro pequeño. Ambos compartían características similares, cabello oscuro y con rizos suaves y ojos casi negros. Sus pieles eran anormalmente pálidas, le hizo recordar de repente
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