ELLIOT —¡NO VOY A SOLTAR A NADIE! ¡TE BUSCAS A OTRA MALDIT4 PAREJA! —le rugí al idiota a mi lado que ya estaba codiciando a mi hembra. Se estaba rifando esa pérdida de dientes que le propinaría a cualquiera de ellos. —¡Auch! —gemí, tomado por sorpresa al sentir el aguijón en el pie. Katherine me había bajado a fondo el alto tacón del botín, aprovechando mi descuido para empujarme y escapar de mis brazos. —¡Ka… joder… Rossella! —casi se me escapa su verdadero nombre; no quería que supiera la verdad así. Se metió entre las mujeres. Iba a perseguirla como un acosador, pero alguien me sostuvo del brazo. Me giré, dispuesto a estamparle el puño en la cara a cualquiera, el cabreo subiendo a niveles salvajes, pero me frenó por completo la presencia de una señora mayor. —Joven, venga, venga, cálmese —me arrastró hasta una mesa donde me hizo sentarme a pesar de mis negativas. ¿Pero qué iba a hacer? ¿Empujarla? Obviamente no podía. No dejaba de mirar entre las personas, buscán
ELLIOT Si algo he aprendido en estos minutos ha sido la definición de “comer fango”. Soy un “comefango”, no hay otra palabra para describirme ahora mismo, revolcado, peleándome con un cerdo en medio de este lodazal. —¡Quédate tranquilo, maldit4 sea! —me abalancé sobre su lomo, pero las manos me resbalaban, el barro salpicaba, el cuerpo rechoncho se retorcía bajo mi agarre. Me imaginaba la escena que estaba dando. Enredé las piernas con fuerza en sus flancos, intentando agarrarle las orejas y tirar de su cabeza. «¡Uiiik, uiiik!» Comenzó a chillar, y yo, montado encima de él, saltando, agarrado a sus orejas y dándole la vuelta al corral como si fuese un vaquero en un rodeo. ¡¿Con qué diantres habían alimentado a estos bichos para tener esa fuerza?! Los ruidos taladraban mis oídos, las risas se escuchaban por doquier, correteaba aferrado a su cocote, intentando dominarlo. ¡Qué papelazo! Mínimo, con todo esto, ya me había ganado una chupada al menos de la Duquesa. Log
ELLIOT —¡Oye, espera, zorra! ¡Yo lo había visto primero!Los gritos quedaron atrás, junto al furor de las peleas y los violines animando las trifulcas.Corría por entre las sombras de las carpas y los pequeños negocios, sucio, lleno de fango, pero por alguna razón, al mirar la cabellera castaña ondeando frente a mí, aspirar la deliciosa lavanda, una sonrisa apareció en mis labios.Estaba feliz.*****KATHERINEMe encontraba parada en el pasillo, vigilando.Nos habíamos metido dentro de unas caballerizas en silencio, solo con algunos caballos en sus cuadras ya dormitando.Elliot me dijo que siempre en estos sitios había duchas rústicas para que los peones se lavaran, y allí estaba él, metido dentro de lo que parecía una caseta de madera, solo con una cortinita precaria al frente, que lo tapaba.Me paré de espaldas, mirando a través del largo y medio oscuro pasillo, que llevaba a la entrada del establo.Sabía que estaba desnudo, el muy descarado casi se desvistió en mi cara. Escuchaba
KATHERINE Sus jadeos y gruñidos contra mi cuello, nuestros cabellos mojados pegados a la piel.Quiero enojarme. Recuerda lo malo Katherine. Recuerda.—Mmmm —gemí cuando me chupó con lascivia el cuello, sus caninos demasiado afilados me raspaban deliciosamente cerca de mi pulso frenético.Su otra mano subió a apretarme y manosearme un seno, intentando meterse dentro de mi escote.La otra bajó a levantarme las capas del vestido.No pude aguantar más.Por voluntad propia comencé a masturbarle la dura polla, a gemir mientras era toqueteada.Mis uñas se aferraban a los músculos tensos de su espalda, contraídos en sus embistes sensuales buscando placer.—Espera, ¡maldit4 sea!, ¡cuántas capas! —se impacientó levantándome a tirones el vestido.No podía creer que lo fuéramos a hacer aquí, en este cuartito a oscuras, con el agua cayendo y perdiéndose en la cañería rústica del suelo de concreto crudo.—Aaahh —gemí al sentir sus dedos acariciando lascivamente mi coño por encima de la braga.—Ss
BRENDAEstaba furiosa y herida por el desplante de Elliot frente a todos.Pensé que en realidad me abandonaba por una nueva amante.Ese cuento de que deseaba estar con su esposa no me lo tragué; sin embargo, aquí estaba, usándola de nuevo como excusa frente a todos.Lo vi marcharse apresurado y enseguida tuve al idiota de Thesio detrás de mi trasero.¡Qué hombre más pedante e intenso!Me trajo cajas de regalos, la verdad es que el resplandor de las joyas me encandiló por un segundo.Thesio no era un hombre feo; todavía se mantenía muy bien: viudo, sin hijos y dispuesto a darme el lugar de su duquesa que muchas ansiaban.Pero al ver su rostro ya rayando los 45 años y saber que este simple elemental sería un vejestorio y yo, en mi plena juventud como ser sobrenatural, me disuadía bastante y aclaraba la mente.Eso sin contar que no confiaba en él para revelarme como una mujer loba.Casi me tenía acorralada contra el diván de la biblioteca, manoseándome por todos lados con palabras lasciva
BRENDALo escuchaba tragando, el chapoteo de su saliva que incluso el agua no disimulaba.Bajó una mano y comenzó a masturbarse la polla.Estaba de espaldas a mí, pero era muy evidente todo lo que hacía.Él no fingía, su deseo por esa mujer salía a raudales de cada poro de su cuerpo.Era como si yo no estuviese aquí, como si no existiera.Las lágrimas comenzaron a picar en la esquina de mis ojos.Nunca me había sentido tan hundida; era obvio que él la había preferido a ella.A una débil elemental que nunca podría darle lo que yo podía: una mujer de su raza que le guardaba su secreto, que satisfacía su parte animal.No aguanté más y me fui corriendo por el bosque.La desilusión y los celos hirieron mi alma.¡Que se jodiera!, a ver qué hacía cuando Thesio hundiera sus planes.Yo no le diría nada. Él hizo su elección, y yo la mía.*****KATHERINEGemí alto al sentir el cosquilleo en mi vientre, mis músculos vaginales contrayéndose, liberando mi miel para ser chupada por los labios y la le
KATHERINE Corrimos primero hasta donde Elliot había dejado parte de su ropa, necesitaba cambiarse.—Maldit0s mosquitos —comenzó a rascarse por todos lados, su piel brillante del sudor y el agua que se escurría de su cabello.Pero ahora también estaba lleno de arañazos de las ramas y picaduras de bichos.Se agachó a ponerse el pantalón, así, dándome la espalda sin ningún pudor, con esas duras nalgas apuntándome.No pude evitarlo, toda esta loca situación parecía haberme zafado un tornillo.Me acerqué y, antes de que pudiese pensar en lo que hacía, le di una buena palmada en el culo e incluso tuve el descaro de manosearlo un poco.Luego me quedé congelada, retirando la mano de forma antinatural.O sea, ¿qué tanta confianza tenía con Elliot para comportarme así?—Tenías, tenías un mosquito, solo quise ayudarte —le dije esquivando su mirada interrogante al girarse, con el pantalón aún por las rodillas y dándole jalones hacia arriba.—Ajá, un mosquito, claro —me dijo, y el tono burlón era
KATHERINESu mano subió y acarició mis labios entreabiertos, delimitando el borde, sin dejar de devorarme con la mirada cargada de promesas y deseos.—¿Cuáles, cuáles módicos servicios en tu alcoba?, ¿quieres que limpie? —le pregunté haciéndome la tonta.Recordando los últimos servicios íntimos, que ni me había pagado por ellos.— Pft, creo que sabes muy bien lo que quiero de ti. Te he dado placer esta noche y me has dejado con las ganas varias veces —se inclinó para susurrarme seductor.—. No creo que tengas problemas para ganarte esos cheques, mi Duquesa.Y con esa propuesta indecente, agarró mi mano y nos condujo por el bosque hacia la mansión.Lo seguí en silencio, mi cabeza a punto de echar humo pensando en todas las indirectas y a dónde llevaban.Ambos estábamos hechos un desastre, al salir a los terrenos del jardín, las personas que se nos cruzaban nos daban miradas raras, pero Elliot no se detuvo a ofrecerles ninguna explicación.Se había apaciguado el sonido de la música en el