352. BAILANDO CON LA PLEBE
ELLIOT

Seguí el rastro de Katherine; comenzaba a asustarme al ver que se internaba en el bosque.

Pensé en miles de conspiraciones: ¿la habrían capturado? No sé, llevándosela a la fuerza.

Sin embargo, no había otros aromas, pero aun así no me fiaba.

Ya estaba tan ansioso que imaginé miles de escenarios, menos el que realmente me encontré.

Escudado por la oscuridad, llegué a los límites de la celebración de los plebeyos.

La música animada llenaba el aire, nada que ver con las melodías sofisticadas que se escuchaban en el salón.

Las voces y las risas inundaban la noche, pero entre todas escuché una que era demasiado dulce para mis oídos.

Su aroma, esa lavanda llena de felicidad, me inundó.

La busqué en la ronda de personas que bailaban, y entonces la vi.

Se movía agarrándose la falda, subiéndosela a un límite indecente, saltaba de un lado a otro siguiendo a las demás mujeres.

Sus ojos brillaban a la luz de las antorchas.

Me quedé por un segundo hipnotizado, embriagado en la belleza de esa
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