Edwar "El Sigma de la Manada"
Edwar "El Sigma de la Manada"
Por: Karerina
Luna de lobos

La noche es fría y solitaria, Selena camina con la mochila a sus espaldas, un tanto aturdida por lo que acaba de descubrir, nunca pensó que aquel interés de su madre por ocultarle la verdad sobre su padre, tuviera razones tan oscuras como aquella. La brisa es fría, ella trata de abrigarse con sus propios brazos, de pronto cree escuchar un ruido provenir detrás de los arbustos. Acelera el paso y un extraño escalofrío se apodera de ella recorriendo su cuerpo entero de pie a cabeza.

Es noche de luna llena, la primera del año, conocido como Luna de lobo, en la que los caninos salvajes aúllan en las afueras de la ciudad debido al invierno que se cierne en la zona norte. Ha escuchado tantas historias de lobos que no es difícil para ella imaginar cualquier situación de peligro. Mas, necesita estar sola, mucho más ahora que conoce su verdadero origen.

No fue fácil para Selena descubrir que su padre era un lycan y que su madre tuvo que salir sola adelante y con ella en brazos. La pelirroja tiene diesiete años; a pesar de su corta edad, es muy perspicaz y astuta. No es una chica fácil de engañar, por ello cuando notó que poseía ciertas habilidades extrañas, no tuvo dudas en preguntarle a su madre Luana, sobre su rareza. La mujer acorralada en sus propias mentiras, terminó confesando aquella verdad.

Selena voltea nerviosa, escucha los pasos digitígrados detrás de ella. Se siente como presa al acecho, mas no quiere voltear y descubrir que efectivamente alguien la sigue. De repente, los lobos, silenciosos y sigilosos, emergen de entre los árboles, rodeando a la chica. Sus ojos brillan con una intensidad feroz y sus colmillos afilados y expuestos, muestran su naturaleza depredadora.

Los tres lobos se mueven en perfecta coordinación, tratando de acorralar a la chica y evitar que escape. Se acercan lentamente, gruñendo amenazadoramente mientras ella tiembla de miedo. Repentinamente cada uno de los feroces animales retoman su forma humana, se aproximan a la pelirroja y terminan arrinconándola al borde del precipicio.

—Mira que hermoso regalo nos trajo la luna esta noche —el musculoso rubio, le levanta el rostro sujetando su barbilla— A ver hermosura, mírame cuando te hablo.

Pero la aterrada chica, apenas puede modular cortas frases:

—¡Aléjese de mí! —dice cubriéndose con sus brazos.

—En verdad crees que estás en condiciones de exigir algo. Mira a tu alrededor, sólo estamos mis dos hermanos, tú y yo. ¿Crees que puedas defenderte? O mejor aún ser rescatada por un cazador, pequeña caperucita —sonríe de forma burlona.

—No me toque —aparta el rostro y el lycan deja escapar una carcajada.

—¡Jajajaja! —la sujeta del brazo con fuerza atrayéndola hacia su cuerpo.— Creo que esta noche la pasaremos, muy, pero muy bien. Por lo que puedo olfatear eres de los nuestros, aunque hay algo que me perturba más —olfatea en el aire el aroma particular de la pelirroja.

—¡Que esperas para comenzar a divertirnos Connor! —incita el más joven de los tres rubios.

—Tienes razón, Cowell. —jala con fuerza a la pelirroja y la lleva a rastras hasta la parte trasera de los arbustos, en donde el follaje de las ramas dificulta la visión del caserío ubicado a pocos metros.

Selena intenta zafarse de su agarre, pero la fuerza del lycan doblega la suya, todo intento por escapar se vuelve vano para la pelirroja. Instintivamente ella deja escapar un grito, uno solo. Después de allí, Connor cubre su boca con una de sus manos, mientras con la otra, le rasga la falda del vestido.

Con la boca echa agua y ansiosos, Cowell y Conall frotan sus manos y la oscuridad en sus miradas anuncian el plan macabro y vil de los tres lobos. Aunque ella trata con todas sus fuerzas de contener el ataque de Connor, poco a poco va perdiendo las fuerza, cuando este, la lanza al suelo, ella cae abruptamente, amortiguando el golpe en su cabeza, gracias a la mochila que llevaba puesta; luego él se arroja sobre ella. Sus manos –las de él– comienzan a hurgar en la entrepierna de la pelirroja.

Excitado y alucinando con el momento de poseerla, la sostiene con ambas manos de los brazos buscando inmovilizarla. Selena, consciente del peligro inminente, siente el miedo correr por sus venas, su corazón late con rapidez, mientras busca desesperada una manera de escapar o pedir ayuda.

—¡Ahhhhhh! —deja escapar un grito desgarrador, siendo esta la única posibilidad que le quedaba y que acababa de agotar.

Los tres hermanos ríen a carcajadas de la indefensa joven.

—Nadie podrá salvarte, caperucita. Es mejor que seas una buena chica y complazcas a estos tres lobitos. —advierte Connor, quien se abalanza sobre la chica lujuriosamente..

De pronto, se escucha un gruñido feroz que le devuelve las esperanzas a la aterrada joven. Los tres lobeznos se ven obligados a soltar a la chica para atacar al extraño que acaba de interrumpirlos.

—¿Quién m****a te crees para interrumpirme? —espeta Connor.

—Deja a la humana en paz —advierte en tono fuerte y grave.

—No eres quién para darme órdenes. —hace un gesto con su mano y sus obedientes hermanos rodean al lobo, mientras inicia su transformación de inmediato.

Los tres lobeznos aprovechando su superioridad numérica y su agilidad se disponen a atacar al musculoso alpha. El ataque rápido y sorpresivo de los lobos buscan abrumar al lycan, mordiendo y lacerando su espalda y cuello.

El lycan enardecido al ver el ataque de los tres lobeznos, se llena de ira convirtiéndose en una pesadilla para los jóvenes lobos. La fuerza sobrenatural y habilidades de combate, le permite responder la emboscada de sus enemigos. Primero toma a Connor levantándolo por encima de su cabeza y arrojándolo con fuerza contra uno de los árboles.

Cowell se enfrenta al lycan lanzándose sobre su espalda y sosteniéndolo del cuello con su antebrazo, mientras el tercero de los chicos arremete contra él. Selena está paralizada, sin saber cómo ayudar a aquel hombre que se debate a muerte contra sus depredadores.

De pronto, ve un trozo de vidrio y lo utiliza como arma, clavándolo en el muslo de Conall y dejándolo mal herido. Sorprendido por la osada actitud de la hermosa joven, Edwar toma mayor fuerza y logra deshacerse del tercero de los lobeznos amenazando con dejarlo caer al precipicio. Selena se cubre los ojos, mientras el chico ruega por su vida.

—¡No, no lo hagas! Yo no le hice nada, te lo juro. —implora, mientras el lycan lo sostiene de uno de sus brazos.— Ayúdame, dile que no te hice nada, por favor.

Edwar amaga a soltarlo y luego lo lanza hacia el lugar donde Connor aún sigue inconsciente. Un aullido de victoria se escucha en el lugar, él se levanta y toma a Selena de la cintura, la coloca sobre su hombro y corre hasta la zona montañosa que rodea el caserío, buscando poner a salvo a la joven. Atraviesa el bosque, gruñendo de dolor, la herida en la parte alta de su espalda es profunda. La chica grita angustiada, su miedo se incrementa cuando lo ve correr hacia lo profundo del bosque.

—¡Suéltame! —golpea con sus puños la espalda del lycan, quien tiene varias heridas y sangra. Edwar gruñe.

—Calla, intento ponerte a salvo, pronto llegará el resto de la manada para atacarnos.

A lo lejos logra divisar una pequeña cueva, debe ponerse a salvo de la manada de licántropos que no deben tardar en comenzar a buscarlos. Entra a la cueva, coloca a Selena guarda silencio, mientras el lycan la deja en el piso, y trata de limpiar la sangre que emana de su herida en el cuello. La pelirroja lo observa con el entrecejo fruncido, se incorpora lentamente y camina hacia él. Edwar gruñe de ira.

Selena percibe la herida en su espalda, sabe que él la rescató de las garras de aquellos depredadores, aunque le teme un poco, se acerca a él.

—¿Estás bien? —él voltea a verla y gruñe.— Puedo ayudarte y curarte. Si me lo permites.

Edwar no le contesta, no está acostumbrado a recibir ese tipo de trato de una humana. Selena toma un trozo de la falda rasgada, quedando parte de sus muslos descubiertos, el la observa y voltea, no quiere dejarse llevar por su instinto animal, ella toma el pedazo de tela lo humedece en un pequeño pozo de agua. Luego con cuidado limpia la sangre seca del hombro del lycan. Él se mueve y se muestra reacio al sentir sus dedos rozando su piel.

—Sé que te duele pero debes dejar que te cure. —No te preocupes, estoy bien —voltea a verla.

—No seas necio, estás mal herido. Déjame ayudarte. —ella coloca el trozo de tela y sutilmente limpia la sangre que aún emerge de la herida.

—No tienes porque hacerlo —masculla él.

—¿Siempre eres así de terco? —pregunta ella en un tono sutil.

—¿Y tú, siempre eres así de charlatana?

—A veces —contesta ella.— ¿Por qué te atreviste a enfrentarlos? Pudieron haberte matado.

—Gritaste pidiendo ayuda ¿no? —dice con sarcasmo.

—¡Gracias! —responde ella.

—No tienes nada que agradecer, hice lo que hubiera hecho cualquiera al verte en peligro.

—Igual, gracias. De no ser por ti, no quiero ni imaginar lo que ellos me habrían hecho.

—¡Jumm! —refunfuña él.— Selena desliza su mano por el contorno de la herida, puede ver lo enrojecido e inflamado de la piel.— ¡Auch! ¿Puedes ser más cuidadosa? —se queja.

—No pareces tan valiente como hace minutos atrás. —bromea. Él se mofa.— No se ve nada bien tu herida.

—Pronto sanará. —Edwar se aparta de ella y se asoma en la entrada de la cueva.— Puedo escucharlos, siguen nuestro rastro.

—¿Crees que puedan encontrarnos? —pregunta ella con preocupación.

—No estoy seguro, por ahora estamos a salvo. Pero no podemos confiarnos.

—¿Cómo te llamas?

—Puedes guardar silencio, mujer. —ella lo mira con enojo.

—¡Qué gruñón, malhumorado y cascarrabias eres!

—¡Es lo mismo! —responde él.

—¿Lo mismo? —pregunta ella sin entender a qué se refiere— ¡No te entiendo!

—Que las tres palabras tienen el mismo significado. ¡Eso!

—Vaya, además eres poliglota —comenta ella y él le lanza una mirada profunda.— Bien, me calló. —se aparta de él. La pelirroja se recuesta en una esquina. Él la observa de pie a cabeza, contemplando la belleza de aquella chica. Su cuerpo es delgado, pero con sinuosas curvas.

Ella nota la mirada lasciva, pero a la vez tierna de aquel lycan.

Edwar voltea el rostro para no verla, aquella hermosa chica comienza a llamar su atención poderosamente. Pronto su cuerpo comienza a sufrir la mutación de lycan a humano, Selena se levanta y observa atónita la manera en que él va dejando de ser un monstruo para convertirse en un apuesto hombre, musculoso, varonil, atractivo, con cabello oscuro como la noche y ojos de igual oscuridad.

Aunque Selena desea salir corriendo de aquel lugar, algo se lo impide.

¿Qué es eso que la obliga a quedarse al lado de él?

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