CAPÍTULO 3 - ¿QUIÉN ES EL TRAIDOR?

Likantor se acercó al prisionero y con una voz severa le dijo:

- ¿Ves a este pequeño niño?, a él le debes tu vida, el día de hoy serías ejecutado junto con tus colegas, pero él ha pedido que se te otorgue clemencia, pues piensa que lo has salvado de los asesinos de sus padres, y has conseguido esas heridas por protegerlo, por supuesto que yo creo lo contrario, solo estabas llevándotelo para usarlo como rehén, sin embargo, debo escuchar las palabras de mi pequeño príncipe, mucho ha perdido ya como para perder mi lealtad, es por ese motivo que te daré la oportunidad de que me digas como demonios entraron aquí, si me dices la verdad y tu respuesta ayuda a protegernos de un futuro ataque, se te perdonará la vida, de lo contrario, si decides callar o tu respuesta es inservible, serás ejecutado en el momento” –

Sus palabras fueron firmes y seguras, la amenaza había llegado fuerte y clara a los oídos del prisionero, así que de inmediato comenzó su relato…

Resultó ser el verdadero príncipe del reino de fuego, su padre fue asesinado tras haber sido engañados y acorralados en una trampa, él logró sobrevivir con mucho esfuerzo y bajo el atento cuidado de los dioses, y el motivo por el cual había arriesgado su pellejo era para solicitar la ayuda de mi pueblo para destronar al traidor que le había usurpado el trono.

La propuesta obviamente sonaba ridícula, y más aún en las circunstancias en la que nos encontrábamos, no había manera de que yo mandara un ejército de mis hombres a luchar por un trono ajeno, sin ninguna garantía de que el hombre que qué lograra recuperar su trono no continuara con la cacería de mi gente.

Llegado el punto donde se disponía a narrar la manera en la que había atravesado las fronteras de nuestro reino, hizo una pausa y se mantuvo pensativo por al menos unos pocos segundos.

Esperé impaciente que continuara, estaba a punto de ponerme de pie y darle una bofetada para que regresara de nuevo al mundo de los vivos. Necesitaba respuestas ahora mismo…

Justo en ese momento tragó saliva, levantó el rostro y comenzó a describir la manera en la que había entrado… “¡santo dios!” nuestros túneles “secretos” ya no lo eran, no había duda alguna, de no ser por alguien de mi propio reino, jamás los hubiesen encontrado, teníamos la confirmación que había un traidor en nuestro hogar. ¿pero quién?

Comencé a pensar quien podría haber dirigido a esos hombres a nuestros túneles. Si su versión era cierta, un grupo de extraños había llegado al pie de nuestras montañas y alguien de mi propio reino los había llevado a la entrada secreta, los llevo atravesando los túneles y una vez dentro de mi reino, se había separado de ellos, evidentemente para que no pudiéramos reconocerlo al llegar al palacio y no ser involucrado en el crimen, pero no contaba con que había un testigo dispuesto a confesar todo, a pesar de ser del mismo reino… pero la sed de venganza puede ser poderosa, él decía haber sido traicionado por su propia gente, y claro que eso era motivo suficiente para delatar a sus propios guardias.

Debía tener cuidado con lo que creía, también podía ser una treta, estar tratando de engañarnos para salvar su pellejo, pero debía confiar en lo que vi, en lo que sentí y en mis instintos.

Mi jefe de la guardia lo presionó para indicar quien era el traidor, el príncipe derrocado titubeo por unos segundos y después exclamo:

- ¡Fue el hermano del rey, él es el traidor! –

¿Mi tío?, ¿acaso habría sido capaz de dañar a su propio hermano?, no podía creerlo, pero a la vez tenía mucha lógica, en más de una ocasión lo escuche hablando mal de mi padre cuando creía estar solo, además es el único con acceso al despacho de mi padre y al sello real para crear un mandato falso y enviar a la guardia lejos para despejar el camino…

La voz entrecortada del prisionero me hizo salir de mis pensamientos y solo entonces me percaté que Likantor lo tenía sujetado del cuello elevando sus pies del suelo, la fuerza que tenía era impresionante, el intruso era evidentemente más alto, sin embargo, Likantor lo había despegado del piso con un solo brazo.

De inmediato los guardias comenzaron a exigir la cabeza del intruso, acusar a un miembro de la familia real de traición sin tener pruebas era una ofensa que se castigaría con la muerte.

Me acerque con calma y toque su brazo para indicarle que lo bajara, lo necesitaba vivo y respirando, Likantor de inmediato obedeció y lo bajo al suelo soltando su cuello, pero no lo hizo en silencio...

- Majestad, no puede creer las palabras de este asesino, si bien la relación entre su padre y su tío no era la mejor, no creo que hubiese tenido la audacia de acometer contra su hermano, eso es demasiado, este miserable solo quiere ganar tiempo y salvar su pellejo. –

Claro que la posibilidad de que mi guardia real tuviese la razón era muy alta, sin embargo, algo en mi interior me decía que debía darle la oportunidad de comprobarlo, pues el título de “Rey” podía ser algo lo bastante seductor como para cometer cualquier clase de acto vil, sobre todo si él sería el único que pudiese heredarlo de morir de la “nada” toda la familia real. Di un respiro profundo y dije:

- No, yo le doy un voto de confianza, él tuvo más de una oportunidad de cortarme la garganta o entregarme a mis enemigo, por el contrario, decidió arriesgar su vida para poderme llevar con la persona a la que yo le tenía confianza, a ti… yo sé que tu no le crees, y yo tampoco sé a quién creerle en estos momentos, solo sé que hay un traidor entre nosotros, alguien que tenía el poder para ordenar que la guardia principal saliera del reino, alguien con la capacidad de distraer a los guardias del palacio para evitar que detectaran a los intrusos a tiempo… mi tío es lo único que me queda, pero si él tuvo algo que ver con el asesinato de mis padres por ganarse la corona del reino, lo quiero muerto. Así que te ordeno que lo investigues, recaba toda la información, tortura a los prisioneros si es necesario, pero hazlos que escupan toda la verdad, y luego interrógalo a mí tío, si resulta culpable, lo decapitarás junto a sus secuaces frente a todos, si resulta inocente, yo mismo clavare la espada en el corazón de este mentiroso… -

La mirada de Likantor, mis guardias y el intruso se habían posado sobre mí, todos me veían con una extraña mezcla de sorpresa y tristeza a la vez… si, así es, mi inocencia ya se ha ido, ahora no puedo actuar temeroso como un pequeño niño de 8 años, ¡No!, debía ser duro, firme, implacable con aquellos que se habían atrevido a traicionar a mi reino y ponerlo en riesgo, mi gente me necesita, y no puedo permitirme ser blando y tener ni una pizca de piedad ante aquellos que quieran poner en riesgo la vida y soberanía de mi reino.

Debo admitir que, detrás de mis nobles razones de proteger a mi reino, también la sed de venganza me ayudaban a endurecer mis palabras y mi corazón, sé que estaba mal, que mis padres no estarían orgullosos de mí, pero no podía actuar de otra manera, el odio que estaba creciendo en mi interior, comenzaba a apoderarse de mis pensamientos… deseaba verlos hincados frente a mí suplicando clemencia, a todos y cada uno de los causantes de la muerte de mi padres yo mismo me encargaría de arrancarles la vida de sus inútiles cuerpos así como ellos lo hicieron sin la menor lastima.

 pude sentir mis puños apretarse con fuerza y una lagrima deslizarse por mi mejilla, no más, dije que ni una más podía salir… la limpié con coraje con el dorso de mi mano empuñada y me di la vuelta en ese momento, me dirigí a mi habitación sin mirar atrás.

Likantor y los guardias salieron detrás de mí, cerrando con llave la puerta, alcance a escuchar que uno de los guardias le decía a Likantor “Ese maldito mentiroso no vivirá por mucho tiempo en las condiciones que está, quizás el príncipe no tenga que ensuciarse sus manos con su miserable sangre cuando descubra que estaba mintiendo” … es verdad… estaba muy mal herido y el frio de los calabozos lo había debilitado, no puedo permitir que muera antes de recabar todas las pruebas y descubrir si me está mintiendo o no… en ese momento me detuve y di la orden de que fueran curadas sus heridas y tratado lo mejor posible para evitar que se muriera, los guardias parecieron indignados con mi orden, pero Likantor acató mi orden sin cuestionarme en lo absoluto, él entendía mis razones estoy seguro y la lealtad que había jurado a mi padre, ahora la estaba dirigiendo a mí, y eso me daba un poco de tranquilidad, al menos no me sentía tan solo.

Por recomendación de mi jefe de la guardia, se ordenó guardar silencio a todos aquellos que habíamos presenciado la confesión del príncipe de fuego, no queríamos poner sobre advertencia ni a mi tío ni a cualquiera que estuviera involucrado. Ordené que mi tío y mi primo fueran desplazados del castillo y enviados a su casa principal, se prohibió la entrada de cualquier otra persona al castillo, únicamente mis guardias de mayor confianza, aquellos en los que Likantor juraba con su vida que me eran leales, podían entrar, durante días el castillo fue registrado de pies a cabeza, cada uno de los cuerpos de las personas asesinadas fueron meticulosamente examinados en busca de pruebas, y cada miembro del servicio fue interrogado una y otra vez…

No aparecían pruebas, quien sea que hubiese planeado el ataque lo había hecho cuidadosamente evitando dejar cualquier huella en el camino… pero debía haber algo, lo que sea, pedí que la habitación de mi tío fuera examinada a conciencia, cada roca de la pared, cada tabla del piso, tenía que haber algo, necesitaba tener la absoluta seguridad en su culpabilidad o su inocencia, no deseaba equivocarme y castigarlo siendo inocente, ni perdonarlo y tener un traidor asesino asechando mi lecho cada noche.

“No encontraron nada” fueron las palabras de Likantor al terminar la exhaustiva búsqueda… ¿Qué me hacía falta?... ¿Dónde más podía encontrar pruebas?... y entonces una idea absurda, pero que me causaba terror, se había apoderado de mi mente… si mi tío había sido capaz de matar a su propio hermano… entonces era una persona despreciable sin moral que sería capaz de poder la vida de su propio hijo en riesgo para alcanzar sus metas…

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