5. ¡Descarado!

Laura se sentía un poco ansiosa que la invitara a almorzar el buenorro de Miguel, desde que lo vio el primer dia de trabajo estaba encantada pero cuando se acercaba la hora del encuentro se dijo que debía dejará de ser tan niñata y actuar en consecuencia, así que fue la baño se retocó el maquillaje y se dijo a sí misma unas palabras de aliento sobre lo hermosa y divertida que era, —Tranquila maja, que eres chulísima, ya veras como te va bien, que eres una mujer que vino a comerse al mundo, que ese tío será tuyo, tu tranquila, solo muéstrale tu personalidad y seguro lo volverás loca.

De pronto tocaron a la puerta y escuchó que era su cita quien hablaba, —¿Laura eres tú?, que se ha hecho la hora y he venido a buscarte, supuse que estabas aquí.

Ella cerró los ojos y lo primero que pensó es que tanto había escuchado de lo que estaba diciendo, —Ya voy—, se asomó y allí lo vio perfecto e impoluto, aquel hombre ni un cabello se le había movido desde la mañana y ella en cambio parecía que había tenido una pelea con una gata, salió del baño y se excusó, —Disculpa por favor, se me pasó el tiempo.

—Tranquila no pasa nada, solo que no quiero que estemos apurados, quiero que disfrutemos de la comida y una buena conversación sin estrés.

—Entonces vayámonos, paso por la cartera a la oficina y podemos salir.

—¿Te puedo hacer una pregunta?

—Claro sin problema.

—¿Siempre acostumbras a hablar sola?

De inmediato se le puso la cara roja y quería que se la tragara la tierra, —¿Cuánto de lo que decía escuchaste?

El no pudo contener la risa ante la cara de consternación de ella y luego respondió, —Llegue cuando ibas porque eres chulísima.

—Ósea que lo escuchaste todo, que pena.

—No te preocupes, yo también hablo conmigo mismo, no tiene nada de malo y más si es para infundirse ánimo.

Con la mano tapándose la cara Laura no sabia si reír o llorar, —habiendo escuchado todo eso y teniendo la seguridad que estoy loca, aun así ¿quieres salir conmigo?

—Ahora más que nunca de hecho, me encanta que seas fresca y tu misma, no a veces uno conoce una mujer así de hermosa y es toda robotizada y llena de prejuicios y tonterías.

—Pues siendo así, déjame decirte que soy la reina de lo honesto y fresco, claro sin caer en la ordinariez, pero igual no debías escuchar todo aquello—, dijo mientras entraba en la oficina y se colgaba la cartera.

—¿Te puedo hacer otra pregunta?, ¿en verdad quieres que sea tuyo?

—¡Ay Dios!

—Mentira solo te estoy tomando el pelo, pues me encanta como te pones roja como un tomate, me resulta muy gracioso, te prometo que no te tocaré más el tema pues no quiero que rechaces otra invitación que te haga por ejemplo mañana, sin embargo, la respuesta a esa afirmación es que yo me siento atraído hacia ti también, pero antes de cruzar las fronteras debido al código de conducta en caso tal lo hablaría con nuestros jefes, sin embargo, más allá de esas formalidades, el sentimiento es mutuo.

Eso hizo que se animará aún más, —entonces lo que definirá la situación es si esto inicial se fortalece y crece o pierde total interés, aprovechemos de conocernos lo suficiente.

—¿Y eso incluye conocernos en todos los sentidos?

Ella lo pensó unos minutos, —Todo a su tiempo pero sí, me animo al reto.

Teniendo esto en cuenta fueron a almorzar y sin presiones ni apuros intercambiaron números, hablaron un poco de sus gustos de comida, música y libros, él parecía tener la cualidad especial de saber y querer escuchar, mientras ella lo tenía fascinado ante su amabilidad y consideración ante otros, él la tenía cautivada con esa manera tan observadora y llena de admiración con que la miraba, como si deseara descubrirlo todo en un instante.

Cuando llegaron unos adultos mayores y tenían dificultades para subir unos escalones hasta el área de las mesas, sin que nadie se lo pidiera y antes siquiera que el mesero se diera cuenta ella fue con dulzura y les ayudó, sin que estos se sintieran ofendidos o considerados como inútiles, eso le encantó, parecía ser algo loca e impetuosa pero en el fondo a Miguel le pareció que era una buena persona.

—¿Te apetece un postre?—, preguntó ella sacándolo de su ensoñación.

—No soy muy de postres, me gusta más lo salado.

—¿Y si compartimos?

—Me parece bien—, pidió un versión gourmet de panquemao y una vez lo sirvieron Laura sin vergüenza tomó un poco en una cucharilla y le ofreció.

—Mejor come tu primero—, cuando esta lo comenzó a degustar el la atrajo hacia él y la beso, sus labios estaban impregnados de azúcar impalpable, un poco de canela y una lo que parecía ser una salsa de chocolate, —Está riquísimo aún más que proviene de tu boca, me gusta más así, se aprecia mejor el sabor que en una cucharilla metálica.

Por unos minutos Laura se quedó descolocada, eso realmente había pasado o había sido su imaginación, se llevó los dedos instintivamente a los labios y los rozó tal como él lo había hecho antes, —Vamos Laura come un poco más o me vas a dejar con las ganas—, ella volvió al planeta tierra y luego comió un poco más y él volvió a besarla, repitieron un par de veces más ante de terminarlo y luego se vieron a los ojos por unos minutos, aun sin palabras parecían tener toda una conversación y es que eso sólo demostraba la gran atracción que había entre ambos, luego pidieron la cuenta y se fueron.

De regreso a la oficina caminaron uno al lado del otro con una conversación despreocupada, él como buen caballero la acompañó a su oficina y luego de darle un beso en la mano se retiró, Laura estaba que flipaba, no podía creer todo lo sucedido es que ni en sueños imagino algo asi, como le hubiese gustado que América estuviera allí para comentarle todo, ni modo no le quedaba otra que esperar al final del día para poder comentarle a su amiga aquella escena que parecía salida de la película 9 semanas y media, debía intentar concentrarse en el trabajo a pesar de que en lo único que podía pensar era en aquellos labios tibios.

Cuando Juan y América llegaron a la oficina esta pensaba que se separarían ya había tenido suficiente de su jefecito pero nada más lejano de la verdad pues él quería que ella se encargara junto a su equipo de coordinarlo todo y es que el solo pensaba en cómo aliviar la tensión con aquella chica tenía que intentar que cometiera alguna error para poder deshacerse de ella, parecían aceite y vinagre, vale que no la tragaba ni con Coca—Cola, era insoportable hasta en la manera despectiva que lo miraba, seguro era porque internamente se creía una princesita porque sus papás eran famosos pero para él era una más, pero ya había ideado una manera de poder aguantar la tarde junto aquella insoportable y su nombre era Mirian.

—América reúnase con Victor para que coordinen el Casting de esta tarde, él sabrá orientarte para trabajar con rapidez, eso si antes me trae un cortado a mi oficina.

Ni que fuera su secretaria para que me pida un café, que se cree este imbécil que con eso me va a enseñar mi lugar, pensó ella, apretando la cartera pero debía intentar aguantar sus pesadeces hasta que terminaran el trabajo juntos, total no podía dañar la confianza que había depositado en ella Carlos, su jefe era un buenorro y trabajaban muy bien juntos porque perder eso por este desubicado—, pensó ella mientras Juan la observaba.

—¿Qué hace todavía parada allí?, ¿No sabe hacer café? o ¿no entendió algo?

—Disculpe señor, ya se lo traigo—, en su cabeza se imaginó mil cosas que hacer con el café desde derramarlo en la entrepierna caliente, hasta agregarle algún componente que no le permitiera salir del baño por horas pero prefirió retirarse e ir a cumplir con su trabajo, eso sí, si creía que se lo iba a preparar muy rico para que la siguiera molestando con eso estaba equivocado.

Paso primero por la oficina para poder dejar la cartera y encontró a Laura en las nubes y sonrió seguro le fue bien en su almuerzo no como yo que tengo el estomago revuelto pensó, —Mi querida amiga, ¿Cómo estas?

—Tengo tanto que contarte.

—La verdad vamos a tener que esperar a la noche para poder hablar como se debe debo trabajar con el insufrible de Juan, ahora quiere que coordine el casting de hoy, sin embargo, es experiencia así que no me cae nada mal, lo que realmente me desagrada es lidiar con él, ahora me pidió un café, sé que lo hace por jorobarme.

—Pues tu sabes manejar esas cosas, paciencia.

—La tendré amiga, ahora me voy, no sea que se estrese.

América de inmediato le preparó el cortado pero tal como lo pensó decidió no agregarle azúcar para que le supiera tan amargo como era el, aprovecho que parecía estar ocupado en la computadora y se lo colocó a un lado, se giró e intentó salir de allí rápidamente cuando escucho, —Te quedó excelente, perfecto, tal como me gusta, amargo, creo que de ahora en adelante te lo pediré a ti.

Ella de inmediato salió de la oficina y murmuró, ¿Por qué a mi?, es que me lo gané, pero sin querer seguirse lamentando porque al final lo que deseaba de aquel lugar era la experiencia fue a la oficina de Víctor para coordinar la reunión de la tarde, trabajaron de manera eficiente, en pocas horas ya tenían todo listo incluyendo hasta los refrigerios así que llamó a Hans para comentarle y el complacido confirma que llegará puntualmente.

Debía informarle a Juan por lo que se dirigió a su oficina, —Está acompañado déjame anunciarte—, le dijo Inés su secretaria.

—No hay problema—, la escuchó hablar entre susurros y luego de colgar le dijo que pasara.

América igual toco la puerta y luego fue que la abrió, cuando entró encontró a una actriz llamada Mirian Ochoa conocida por varias series televisivas sentada a un lado del escritorio acomodándose el vestido y con el maquillaje corrido, ¡que descarado!

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