Narrado desde la perspectiva de Alexis Evans, antes del incidente.La muerte del miembro más poderoso de los Hikari es sinónimo de preocupación para todo aquel que trabaje para esta familia. Estamos en una situación inestable, ya que en cualquier momento los Paussini empezarán a mover sus mejores fichas para empezar a apoderarse de la zona sur de Londres, zona que actualmente controla los Hikari y los Diamond. Por tal razón me encuentro caminando por las calles de Kingstone. Antes de que todos salieran del sepelio yo ya me había desaparecido del lugar, necesito reunirme con el líder de la familia más poderosa de esta zona; por arriba de los Hikari siempre han estado los Diamond, pero aún no son de temer ya que somos aliados y juntos nos cuidamos las espaldas.—¡Señor Alexis Evans! —escucho tras mi espalda e inmediatamente volteo mi mirada, encontrándome así con el Detective Richard Kross, detective en jefe de asuntos criminales de la policía estatal de Londres—. Qué sorpresa encontrar
Narrado desde la perspectiva de Frank Diamond.¿Eres de esas personas que disfrutan el sentirse poderoso y el estar por encima de cualquier semejante? Tal vez estés pensando: «No, ¡qué va! Yo soy una persona muy humilde». Déjame decirte que solo intentas engañarte con ideas que te quedan cortas; somos humanos y la vida nos ha dado muchas situaciones donde solo prevalecen los mejores o los más fuertes. No te culpes por ser así, la vida te enseñó y te acostumbró a este sentimiento, si te quedas por debajo de los demás serás pisoteado y te condenarás a una vida miserable.Mírame justo ahora, rodeado de mis más hermosos tesoros, es el showroom más poderoso que vas a encontrar en todo Londres, ni la fuerza armada de Inglaterra conoce el nombre de muchas de estas armas. Quiero dejar algo claro... Por encima de todos estos tesoros está mi hija, es lo único que me da fuerzas, porque si yo fallo, si me quedo sin poder, si me dejo pisotear, también será el mismo destino para ella.Veo salir de
Dicen que solo Dios sabe el día exacto de tu muerte, que conoce cada detalle exacto, así como los motivos que dieron lugar a ello, y que solo él puede decidir cuándo llegará tu momento... ¿Entonces qué pasa con esas personas que deciden acabar con tu vida?... ¿Se creen Dios?... ¿Si Dios conoce cada detalle de tu destino eso lo convierte en cómplice de muchos de los asesinatos y hechos horribles que se dan en este mundo? Soy una fiel creyente de que Dios es amor, pero a veces me saltan ideas negativas y perturbadoras, que sea monja no me hace inmune a este tipo de pensamientos. Tal vez todos en este mundo están equivocados, pienso que Dios no conoce absolutamente nada de nuestro destino y que, al igual que nosotros, se sorprende por cada cosa que ve en este mundo.Ahora mismo Dios debe estar muy sorprendido, y al igual que yo, no sé si tiene boca, pero, si la tiene, debe tenerla bien abierta después de ver cómo Lottie abofetea a Alexis, y todo esto es porque al parecer un señor llamado
Ese olor a medicamentos, el frío abrumador y ese intenso color blanco que predomina en cada rincón: definitivamente estamos en un laboratorio. En la recepción nos recibe una señora morena y de pelos alborotados, tiene un uniforme de enfermería de color rojo vino bajo un abrigo de algodón color gris. Podría decir que está de mal humor, pues nos vio llegar y enseguida torció la boca.—Ermac, ¿será que no fui clara desde el teléfono?... Te dije que no pienso darte más jeringuillas, no pienso apoyar tus vicios —dice la recepcionista. Se ve algo indignada.—¿Vicios? —giro rápidamente la mirada buscando el rostro de Ermac.—Sí..., es que... me gusta ver la sangre —responde reído y apenado.—¡¿Qué?!... ¿Acaso eres un vampiro? —mi leve sonrisa debería de hacerle entender que estoy bromeando... ¡Vamos!, sabemos que no existen los vampiros.Sus risas parecen algo falsas y a la vez nerviosas, no comprendo mucho su reacción.—Es que me gusta ver la tonalidad de mi sangre, el olor... ¿No me digas
Ha llegado la noche y mi racha de mala suerte sigue latente, jamás en mi vida había pasado por tan espantosa situación, en un solo momento perdí tantas cosas... Para empezar, perdí esa paz mental que siempre me ha caracterizado, perdí la movilidad completa de mi cuerpo, y es que, ¿quién no después de ver cómo una bala pasa a centímetros de tu rostro?... Ya hasta perdí la cuenta de cuantos disparos he escuchado en todo el día, han sido tantos que a partir de ahora fácilmente podré reconocer ese sonido.Aún no estoy segura de haber perdido mi libertad, puesto que me encuentro en la mira de un gran grupo de policías: me apuntan con sus armas como si fuera la señora de la mafia, como si fuera la mujer más peligrosa de todo Londres. ¡Esto no es justo, mi Dios! Si el único delito que he cometido en toda mi vida fue a mis trece años, cuando me molesté con mi mejor amiga Sor Tijita, en serio..., es lo más malo que he hecho, y es que ese día estábamos estudiando juntas el libro del Génesis, yo
Narrado desde la perspectiva de Ermac Hikari.Por donde fije la mirada están esos rostros curiosos, es que el fuerte sonido y las luces de la sirena de las patrullas se hicieron para eso, para hacerse notar. Voy escoltado de unas cinco patrullas más, estoy esposado y sentado en los asientos traseros del auto, frente a mí está esa malla que impide ejecutar cualquier ataque que se me pueda venir a la mente en contra de esos dos policías que van adelante, pero soy realista, no tengo el coraje suficiente, soy el más débil de la familia. Solo me queda llegar a la jefatura metropolitana de policías y esperar por la aparición de Delancis... Pero algo no anda bien, justo acabamos de pasar frente al edificio, las otras cinco patrullas que nos escoltaban se detuvieron frente a la estación, pero nosotros nos fuimos de largo y no veo en el conductor intención alguna de reducir la velocidad.—Señor policía..., no sé si es que usted es nuevo en Kingston, pero acabamos de pasar la jefatura metropoli
Va caminando a toda prisa, un poco más y empieza a correr, pero no lo hace, sus tacones son tan altos que podría ser peligroso si llegara a resbalar. Su rubio cabello se estremece con cada paso, sus senos no son tan grandes, pero aun así rebotan. Subo la mirada buscando su rostro y la veo tan calmada, como si esto fuera algo normal, su día a día. Me gustaría ser como ella, aun frente a los problemas va serena, con la mirada en alto y sin una pizca de miedo... Y yo tan cobarde, hace unos minutos que estuve paralizada del miedo.—¿Qué? ¿Por qué me ves de esa forma? No me digas... ¿Eres una monja gay? —ha detenido sus pasos solo para preguntarme eso.—¡No! ¡Cristo redentor!... ¡Es pecado! —me hago la señal de la cruz.—Si quieres pertenecer a esta familia debes saber que tenemos una prima lesbiana, y la aceptamos y la tratamos como lo más normal.—Sí, no tengo nada contra ellos, es solo que... te veía tan calmada y tan determinada.—Tú me ves aquí toda tranquila y con un rostro valiente,
Estoy impresionada por todo lo que me ha pasado en un solo día. Mi vida no era así, era de lo más aburrida y sencilla de llevar; hace tres días mi mayor preocupación era freír puerco y que me salpicara aceite caliente... En serio, dime que no saltas al escuchar la primera explosión de aceite, ¿o soy la única que entra en modo ninja mientras hace movimientos evasivos?... Para mí freír un puerco es como vivir una película de terror y suspenso, uno no sabe en qué momento puede sorprendente y... ¡atacarte explotándote en la cara! ¡Madre santa, qué terror!Pero, ya olvidando mis patéticos miedos, estoy muy preocupada por Ermac, desearía que el detective entrara al rescate corriendo con espíritu de Rambo, pero sé que esto no es una novela de acción, ¿o sí?—Ya llamé a los refuerzos, esperemos unos diez minutos —dice el detective Kross viendo su reloj de pulso.Delancis tiene un rostro domado por la angustia, ese tipo de angustia que con tan solo verlo uno sabe que va a convertirse en llanto