Capítulo 3. Un reconocimiento

Aiden Baker

Estacioné mi Mustang y bajé del auto. Andrew aún no salía de la escuela, así que lo usaría de pretexto para entrar en su búsqueda. Arreglé mi corbata y mi americana. Tomé aire y luego lo solté. El corazón estaba agitado y el nudo en mi estómago se expandía amenazarme con asfixiarme.

«Era ella. Juro, que era ella»

Tomé el picaporte de las puertas de cristal y entré. Había alumnos caminando por el pasillo, cargaban sus instrumentos mientras charlaban con otros a su paso, maestros que se estaban dando la bienvenida...y busqué. Y casi al final del gran corredor, vi a Andrew de pie a un lado de la puerta, supongo que será el aula de Ava.

Caminé a paso veloz entre los alumnos y llegué a la espalda de Andrew, cuando puse mi mano en su hombro, dio un brinco en su lugar, haciendo que retroceda.

—Mierda, me asústate. —fue lo único que dijo. Yo solo lo vi con una mirada extrañada. Estaba algo pálido.

—¿Estás bien? Parece que has visto un fantasma.

Levantó la mirada hacia mí y no dijo nada. Arrugué mi entrecejo al ver su postura.

—No vas a creer lo que...—lo interrumpí.

—Tú no vas a creer... acabo de ver a una mujer idéntica a la concertista de Londres...—levantó su mano para que no siguiera.

—Aiden...

Nos quedamos mirándonos. Su mirada podría tener la respuesta que estaba buscando.

—La viste ¿verdad? —él asintió en silencio—¿Y? —el corazón se agitó y la piel se empezaba a erizar al sentir un escalofrío. Hice un movimiento con mi cuello, como si fuese a entumirse y yo intentara tronarlo.

La puerta del salón se abrió, Andrew me tomó del brazo y me arrastro un metro lejos de la entrada, la mujer que estaba diciendo algo al grupo, tenía la mitad del cuerpo fuera del aula.

—...regresaré con los libros. Pueden irse conociendo, regreso en un momento.

Su voz, hizo congelar los latidos de mi corazón, lo juro por Dios. Al salir, se deslizó por el pasillo murmurando algo. Era como si ella contara sus pasos. No miró a su lado, Andrew me tenía el brazo apretando con su agarre.

Los dos la seguimos con la mirada, y entró a una puerta con un anuncio en la entrada.

«Información»

Sentí los latidos del corazón en mis oídos.

—¿Ella es tu «Concertista»? —Preguntó Andrew mientras nuestras miradas seguían en su dirección.

—S-sí. Es ella. Sólo que luce...algo diferente. —Ya no era rubia, el cabello lo tenía castaño y el pelo algo corto a como lo recuerdo años atrás.

—Es invidente. Y es la famosa maestra Dankworth de la cual Ava nos llenó los oídos todo el verano. ¿Recuerdas?

—Si... ¿Has dicho, «invidente»?

Rogaba a Dios que hubiese escuchado mal, a la mejor porque su presencia me había aturdido por completo. No entendía por qué me causaba aún el efecto, como esa misma noche hace cinco años atrás que la escuché tocar en el evento. Su sonrisa se había expandido por su rostro pálido, y sus hermosos ojos marrones, bailaban de la emoción cuando le había contratado para tocar en el evento de mi empresa.

Quería respuestas a mis miles de preguntas que cruzaban en estos momentos por mi mente.

O me dejaba de llamar, Aiden Baker.

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