Capitulo 3. Al fin la conoce

Aurelio mira fijamente por el gran ventanal de su oficina viendo como la gente transita por la calle, esa tarde llovía un poco y las gotas de agua humedecían el cristal. El CEO suspira puesto que esa mañana se sentía un poco extraño.

No dejaba de pensar en esa chica del cementerio y eso no era común en él. Frota el puente de su nariz con un poco de impaciencia, luego vuelve la vista al cristal y desde lo alto logra ver a una persona que llama su atención.

El castaño se pone en pie rápidamente para mirar atreves del cristal, ese abrigo morado le parecía bastante familiar.

—No puede ser, debe ser una coincidencia. Muchas pueden usar un abrigo de ese modelo.

Fija sus ojos bien en esa persona, aquella joven había entrado en la cafetería que quedaba frente a su edificio. Y se estaba demorando mucho en salir, eso lo hizo fruncir la mirada y pensar unos segundos.

Decidió no pensar más y salir de su oficina a toda prisa, se encontraba en un cuarto piso, la vista no podía estar fallándole. Tenía que ser la misma chica… al salir a la recepción, su secretaria se pone en pie rápidamente.

—¡Señor Ferretti!

—Saldré, regreso en un momento.

—Pero esta… —la mujer no logra terminar la frase puesto que él ya se había marchado.

Aurelio baja en el ascensor creyendo que se demoraba demasiado para descender. Cuando ve el último piso se desespera, entre tanto las puertas se abren y termina saliendo a medio abrir.

Las personas que esperaban por el elevador se asombran al ver salir al CEO a toda prisa. Pero Aurelio no le prestó atención a nadie y continúa avanzando al exterior del edificio. Abrió la puerta y de inmediato la brisa húmeda y fría lo golpea, frunce un poco el ceño al mirar exactamente la cafetería del frente.

Ajusta un poco su traje y empieza a dar algunos pasos hacia ese lugar.

—Señor Ferretti, ¿desea un paraguas? —le dice el joven portero.

—No, estoy bien…—responde mirando la puerta de la cafetería.

Atreves del cristal no logra ver nada, la lluvia amainaba solo un poco, sin embargo seguía molestado la visibilidad… el castaño empieza a bajar las escaleras y se detiene justo cuando ve salir de la cafetería a esa chica.

¡Era ella!, la joven del cementerio.

El corazón de Aurelio se acelera un poco y no entiende porque, pestañea puesto que las gotas de la lluvia lo obligaban a cerrar los ojos. Esa chica se quedó en la entrada de la cafetería esperando que la lluvia se detuviese.

Sin embargo, él estaba mojándose como un tonto mientras que la miraba.

Pero ella miraba hacia todos lados, menos hacia donde estaba él.

Fiorella moría del frío, a pesar de estar usando un abrigo muy grueso no la protegía del inclemente clima. La joven se queda parada en la entrada de la cafetería esperando que la lluvia cesara, no era bueno que se mojara.

Mira de reojo la cafetería soltando un suspiro cortó, no había conseguido nada esa mañana y parte de la tarde, le iba a ser imposible hacerlo estaba segura de eso. Aplana los labios al recordar las crueles palabras de su hermana.

La castaña baja la mirada para mirar sus zapatos, el agua los salpicaba, hasta sentía las medias húmedas. Niega sintiendo esas jodidas ganas de llorar, estaba un poco irritada por sentirse de esa manera todo el tiempo.

De pronto frunce el ceño al mirar cerca de sus zapatillas un par de zapatos de vestir negros muy lustrados, pero salpicados con agua. Fiorella entre abre los labios y poco a poco va subiendo la mirada para ir dándose cuenta de que alguien estaba parado ante ella.

Cuando sus ojos fijan un par de ojos marrones claros se paraliza. Fiorella ve la cara mojada de aquel hombre y la forma en la que la miraba que se inquietó, luego detalla aquel único lunar en su rostro bastante diminuto, se hallaba un poco más debajo de su ojo que llamaba muchísimo  la atención.

Definitivamente si era la chica del cementerio, no tenía dudas sobre eso. ¡Era ella!, al mirar la expresión de esa joven, Aurelio se agito. Sus ojos eran muy oscuros y llevaba el cabello corto, pero sujeto con una coleta.

—Hola—se atreve a saludarla aun cuando ella puede salir corriendo—. No creo que la lluvia amaine, de hecho está empezando a llover un poco más fuerte —dice sin apartar la vista de ella.

Fiorella no estaba segura de que estuviera pasando aquella situación, ¿Qué hacia ese hombre hablándole? No lo conocía de nada, y encima… ella lo mira disimuladamente notando que vestía con ropa muy elegante.

Regresa la vista a su rostro aun sin creer que estuviera hablándole.

—Me llamo Aurelio Ferretti —el CEO le tiende la mano, Fiorella sabía que era de mala educación dejar una mano tendida. Su madre siempre se lo dijo, no obstante aquel hombre era un extraño.

Aurelio espera a por ella y se pone nervioso porque sospecha que se extralimito… pero entonces, ella levanta la mano y se la acepta.

—Soy Fiorella.

—Un gusto en conocerte —ambos se quedan mirando un momento —. Estás empapada Fiorella —la mención de su nombre de pila la aturdió —. Mi edificio esta allá atrás, si quieres… bueno podemos subir a mi oficina y te puedo ofrecer café, así entras en calor.

Aurelio mete las manos en sus bolsillos sintiendo la tela de su pantalón mojado. Entre tanto mira a Fiorella ante él y aún sigue sin creer que al fin puede hablar con ella. Luego visualiza sus atuendos, aquel abrigo era enorme para ella.

No obstante parecía que estaba muerta del frio, sus labios estaban un poco morados.

—¡Pero no me conoce! —responde tan dulcemente, que el corazón del CEO se descongelo.

—Eso no importa, he visto que estas mojándote y muerta del frío, por favor, acéptame una taza con café y un poco de calor de mi oficina.

Fiorella mira el edificio por encima del hombro de aquel hombre y siente un poco de nervios. Luego vuelve la vista hacia él observando en su mirada algo diferente que la hacía sentirse segura.

Pero era un completo extraño para ella.

—No pasa nada, solo debemos cruzar la calle y vamos a por un café —Fiorella muerde sus labios y termina por asentir con un poco de miedo —. Entonces, vamos…

Aurelio le hace un gesto al portero de la puerta para que trajera el paraguas, el chico corre hacia ellos con la sombrilla abierta, de inmediato el CEO se la pide para ofrecérsela a Fiorella. Ella la toma y avanza hacia el edificio con el paraguas.

En cuanto ambos entraron en el edificio Fiorella sintió un ataque de pánico, y el frío del interior no ayudaba mucho a que se tranquilizara.

—Subamos, en esta planta hace mucho frío.

Aurelio le mostró el camino que debía tomar así que ella avanzo manteniendo la cabeza baja, sentía las miradas de todos y eso no le gustaba mucho. Fiorella ingresó en un ascensor acompañada por aquel castaño, lo mira de soslayo notando que su ropa estaba húmeda.

—¡Esta mojado también!

—Sí, me he mojado.

Ella no entiende porque ese hombre estaba haciendo eso por ella, no la conocía de nada, hasta se mojó la ropa por ella. Aplana los labios justo cuando la puerta de metal se abre, y es cuando ella fija sus ojos en una pelirroja detrás de un enorme escritorio.

—Se…—se había puesto en pie, pero sus palabras se vieron interrumpidas por algo.

El castaño le impide a su secretaria hablar, y sigue con Fiorella a su oficina. Pero antes de entrar le pide a su asistente un taza de chocolate caliente y algunos bocadillos.

—Puedes sentarte en el sofá si quieres, en esta oficina entraras en calor rápido —ella ve a aquel hombre de pie a su lado y luego toda aquella enorme oficina que siente que se iba a desmayar —. Quítate ese abrigo, traeré una toalla para ti.

Fiorella asiente y empieza a soltar los botones del mismo mientras mira todo a su alrededor. Aquella oficina era muy hermosa y espaciosa, realmente era bonita. Luego mira a aquel castaño, notando que se despoja de su saco, era un hombre muy alto y fornido.

Aurelio se quita el saco para colgarlo, al darse la vuelta ve a Fiorella desprenderse de su abrigo y su mirada rápidamente descendió hasta su vientre. El CEO no lo podía creer, parpadea varias veces mirando fijamente ese pequeño bulto que ella tenía en su cuerpo.

No era posible, Fiorella estaba embarazada.

Traga saliva al percatarse de lo que estaba haciendo, luego levanta la vista para verla a ella. Miraba todo con mucha curiosidad y muy asombrada, era como si nunca hubiera estado en un lugar como ese. El castaño enfoca su mano dándose cuenta de que no existía anillo en su dedo.

Luego vuelve a mirar su vientre, su barriga estaba muy abultada.

—¿Dónde puedo dejar esto? —ella le pregunta sacándolo de su estupefacción.

—Dámelo —responde rápido.

Él lo cuelga justo cuando su secretaria entra con lo que él ordeno, y esta al mirar a Fiorella se paraliza por su vientre abultado.

—Déjalo en la mesa y retirarte, muchas gracias —Fiorella ve a la pelirroja con un poco de vergüenza —. Pedí chocolate caliente, espero que te guste.

En ese instante Fiorella mira la mesa viendo aquel humeante chocolate y aquellos bocadillos, no había comido nada en toda la mañana. Sin embargo le apenaba mucho demostrar que estaba hambrienta.

—Sí, claro, me gusta.

—¡Ah!, perfecto…

Aurelio le sirvió una taza con chocolate y algunos bocadillos en un plato, entre tanto ella esperaba de pie al lado del sofá. El CEO estaba un poco nervioso por el estado de esa castaña, no esperaba que estuviera embarazada.

—Siéntate Fiorella, debes estar agotada.

—Muchas gracias —le dice al recibir el plato.

El CEO se queda sentado en el borde de su escritorio sin saber qué hacer, tenía una mujer embarazada en su oficina, una por la que estuvo pensando por mucho tiempo. ¿Y ahora? La verdad es que tenía muchas preguntas en su cabeza.

Como por ejemplo; si estaba casada, porque le acepto la invitación a un extraño, ¡era posible que no estuviera casada!… pero, ¿y el bebé? Tenía que existir un padre. Mira su vientre disimuladamente.

< Joder, ¿Por qué me parece tan hermosa con ese embarazo?>

En eso Aurelio se da cuenta de que ella lo estaba mirando fijamente y se irgue un poco.

—Lo siento mucho —Fiorella se sentía un poco nerviosa, aquel hombre la miraba mucho y eso la inquietaba.

—¿Por qué me invito aquí?

—Vi que necesitabas ayuda.

Su respuesta la perturbo por completo, tanto que tuvo que hacer un esfuerzo sobre humano para no irse en llanto. Fiorella baja la mirada para ver su vientre, no era justo que su bebé pasara todas esas calamidades, sentía que no estaba siendo buena madre.

—Siento mucho si te he incomodado, espero que esto no te cause problemas con tu esposo. Solo quise ayudarte, hace mucho frío afuera —las palabras de aquel sujeto parecía tan sincera.

Pero ya había oído mucho de palabras sinceras, la verdad es que a esas alturas le costaba mucho creer en las palabras de alguien. Si su hermana la trataba como lo hacía, porque no un extraño como él.

—Creo que debo irme —la respuesta de Fiorella hizo que Aurelio se pusiera en pie y mirase por la ventana.

—Comenzó a llover mucho más fuerte, por favor, espera que baje la tormenta.

Fiorella apenas y había probado el chocolate, la verdad es que estaba hambrienta y no estaba segura de cuando volvería a probar algo de comida. Debía quedarse, al menos por el bienestar de su bebé.

—¡No estoy casada! —responde mientras le da un sorbo al chocolate sintiendo que su bebé se lo agradece profundamente.

—Lo siento, no quise ser entrometido.

Aurelio nota como ella come y bebe chocolate con ganas, en ese instante se preguntó si ella se había alimentado correctamente ese día. Aquel pensamiento estrujo su corazón, ¿ella y el bebé no estaban bien?

De pronto se vio preocupado por una mujer que no conocía, y un bebé que no tenía padre.

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