Emil sentía que sus ojos se cerrarían de un momento a otro, lo cual no es bueno ni seguro, más si tiene en cuenta que aún le quedan tres horas de camino después de haber cambiado el destino. Observando el reloj de su teléfono, nota que son las 3:14 de la madrugada; en el puesto de junto, Vanessa ya tiene más de tres horas dormida y aunque el rastro del llanto que dejó salir en silencio, ocultando sus lágrimas de él al mantener la mirada en el camino, ya está seco, leves hipidos salen de ella indicándole lo sentida que aún se siente. Cuando el auto hizo un movimiento brusco, fue su señal definitiva de que necesita descansar por un momento; lo que le sorprende es sentir la mano que se coloca sobre su hombro, volviendo levemente su mirada, nota que Vanessa está despierta, tal vez debido al movimiento inesperado del auto.

— Descansa un poco —dice con tono soñoliento, pues aún está despertando—. Yo manejaré un rato.

Emil no dice nada a la oferta, su única respuesta es colocar las intermit