El abrazo de Sebastián fue más que sincero cuando recibió a Ángelo cuatro horas después, y Malena pudo ver por qué la gente decía que tenían tan buena química en las carreras de rally. Sebastián era varios años meno
Malena sintió que el calor de aquella mano sería capaz de fundir su piel, y las piernas le temblaron de tal manera que Ángelo se sintió plenamente justificado para envolverla entre sus brazos.
— ¡Dios, es tan pequeño! — no pudo evitar decir Ángelo.
— Hola, preciosa. ¿Es que no piensas despertarte? — la voz dulce y risueña de una mujer la arrastró a la realidad como si hubiera sido un lazo en torno a su conciencia, y cuando abrió los ojos, la imagen de una señora regordeta y alegre, que debía rondar los sesenta y cinco años, la hizo sonreír.
A Malena se le habían llenado los ojos de l
— ¿Cuánto ha pasado ya, un mes y medio? — preguntó Lía, ayudándola a sentarse en una de las banquetas de la isla de la cocina.— Sí — contestó Malena — ya debería estar completamente recuperada, pero la verdad es