Capitulo 6

Había hecho la peor estupidez en mi vida, había echado por la borda mi ética laboral. Se que quizás tampoco mi jefe actuó con la mejor ética, pero yo era la mujer en esa situación. Yo misma quise desnudarme ante ese hombre, sabía lo que estaba haciendo, era por eso que pensaba en responder por mis acciones.

Me puse mi ropa mojada, ya que a pesar de que mi jefe me había dado ropa seca y nueva, lo único que quería hacer ahora, era irme y renunciar a mi puesto. No puedo negar que fue bastante incomodo, volverme a poner mi ropa que estaba llena de agua y de tierra. La peor parte fue cuando me puse mis zapatos, que estaban llenos de agua.

Después salí de la habitación que daba a un gran pasillo, que estaba tapizado por un tapiz color beige y había una enorme alfombra roja decorando el suelo. No sabía a donde ir, era una casa bastante grande y supuse de inmediato, que también podía ser fácil poder perderse entre tantas habitaciones y pasillos.

Así que camine hacia donde mi instinto me decía. Camine y camine, hasta llegar a una hermosa sala con un enorme candil hecho de diamantes, colgado del techo.

–¡Demonios! –Maldije enojada sin darme cuenta, que alguien más estaba en el lugar escuchando.

–¿Qué lenguaje? –Me quede perpetua al escuchar una voz gruesa y raspada. Había un hombre sentado en un hermoso y lujoso sillón de piel negra, tomando un poco de vino.

–Lo lamento. –Me disculpe mientras mi cuerpo se sentía helado.

–¿Quién eres tú? –El hombre desconocido, se levantó de su asiento con rapidez, mientras su mirada me recorría desde la cabeza hacia los pies. Insegura empecé a mirar el suelo.

–Yo soy… –Pero antes de poder contestar, escucho una voz que me da mucha más tranquilidad.

–Ella es Ana. –Alzo la mirada y puedo ver que es mi jefe. –Él es mi hermano, Tom. –Dijo el castaño entrando a la sala, para pone una mano sobre mi hombro y alejarme de su hermano.

–No sabía que salías con alguien. –Responde el tal Tom, que era realmente parecido a mi jefe, con la única diferencia en que Tom era un poco más pequeño y delgado, mientras que sus ojos eran de color verde. –Pensé que tu ultima conquista era nuestra querida Alicia, pero ahora veo que sigues intentando.

–No digas estupideces. –Responde mi jefe poniendo su brazo duro sobre mí. –Tú no eres nadie, para pedirme detalles de lo que hago o no hago.

–¿Y tu si debes? –Preguntó Tom enojado.

–¡Claro que sí! -Gritó mi jefe haciendo que las paredes retumbaran, asustándome. –Cuando estas poniendo en mal a mi familia y a su empresa, claro que te pediré cuentas de lo que haces. –Después baja el tono de su voz. – Lo que hagas con tu vida personal, es tu problema.

Los dos hermanos se miraron con tanto odio, que parecía que las revista de sociales mentían en todo lo que escribían. Toda la vida había pintado a esta familia, como una de las mejores en la ciudad, pero era bastante claro que no era así. Tanto en la familia Fernández y Ferguson, había problemas y secretos de los que nadie en la prensa te puede contar. Sin más mi jefe me tomo del brazo, llevándome fuera de ese peligroso salón. 

–¡Hijo de perra! -Mi jefe estaba demasiado enojado, que no se percato que estaba diciendo malas palabras enfrente de mí. Ni tampoco que me estaba arrastrando, al paso tan veloz en el que él iba.  

–¡Deténgase! –Le grité mientras frenaba con mis dos pies, que ya estaba muy cansados de tratar de seguirle el paso.   Al mirar a mi jefe, pude darme cuenta que no estaba bien, la vena de su frente estaba muy marcada, mientras que el color de su piel había cambiado a un color rojo cereza. Pero cuando se dio cuenta, que estaba demostrando muchos sentimientos, solo suspiro con fuerza, para después dar un grito ahogado.

–Lo lamento. –Me dice con su aliento al mil por hora.

–No lo lamente. –Le dije con sencilles. –Supongo que todos tenemos problemas familiares.

El jefe solo asintió con la cabeza, mientras pasaba su mano por su frente sudorosa.

–Lamento mucho que se haya peleado con su hermano.

–No lo lamentes, siempre lo hacemos. –Responde el hombre frio, como si no hubiera explotado como una bomba, hace solo algunos segundos atrás. –Peleamos desde que éramos chicos, los dos tenemos diferentes objetivos y formas de ver la vida.

Parecía que esa relación entre hermano, era bastante complicada.

–Y también, lamento mucho lo que paso en su baño, es que … –Quería explicarle que había hecho las cosas por el impulso del momento, pero no pude hacerlo, ya que mi jefe se empezó a reír de mí. –¿Qué le da gracia?

Mi jefe me miró a los ojos, demostrándome una vez más que había mucho poder contenido. Era como si él fuera una bomba de tiempo, que en cualquier momento pudiera explotar. ¿Pero por que quería que explotara en mí? –Usted se esta disculpando conmigo, ¿por no haberse cubierto enfrente mío? -Alza las cejas mientras que yo, solo asentí con la cabeza.

–Debería de decirle gracias por hacerlo, al lado de lo que usted vio, lo que paso con usted en mi habitación no fue nada. –Renuncio. –Dije de la nada.

–¿Qué? -El hombre me mira como si estuviera loca. –

Yo no soy así, es que…–Pero parecía que, en esta casa, se solía interrumpir mucho. De pronto veo que el padre de mi jefe entra al lugar en donde estamos.

–No deberías de renunciar por salir con mi hijo. –Yo solo negué con la cabeza. –Deberían de ser maduro y poder tener una relación amistosa, incluso en el trabajo.

–Padre, es que tu no entiendes…–Pero una vez más, mi jefe es interrumpido por su padre.

–Realmente estaré orgulloso de ti, cuando llegues al altar con esta bella dama. –Yo solo abrí mi boca bastante grande, tratando de asimilar todo lo que pasaba por los labios de ese hombre. –Se que cuando se casen, mi empresa será bien manejada.

–¿De que hablas? –Pregunta mi jefe sin entender.

–Si te casas con esta mujer, por supuesto que la empresa será tuya. Quiero que cuando uno de mis hijos se case, tome el mandato de la empresa, ya siendo un hombre realizado. –Respira un poco, para tomar aliento. –Tome las mejores decisiones cuando me case con tu madre, es por eso que creo en el matrimonio. Y creo que cualquiera de mis dos heredados, tenga un matrimonio estable y una familia. –De pronto mi jefe se quedo pensativo por un largo tiempo, para después decir:

–¡Lo haremos! –Dijo de la nada.

—¿Qué? –Pregunte atónita.

De pronto me toma de la mano con fuerza.

–Nos casaremos. –Asegura como nunca antes, mientras pone su pecho duro como una roca.

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