Gente Nueva

—Perfecto, primer día y ya tengo un enemigo—

KC lanzaba maldiciones al aire bastante audibles, la situación anterior si bien había sido bastante tonta a su parecer logró sacarla de quicio, sumándole que su estomagó había comenzado a gruñir dando señal de que ya era hora de almorzar.

La cafetería del lugar por supuesto que era muy amplia, como la mayoría de los espacios. Las mesas eran las típicas cuadradas con asientos unidos a ellas, contaba también con espacios abiertos para tener una linda comida al aire libre. El menú era lo suficientemente variado para que tuviera muchas elecciones completamente distintas. La morena tomó una bandeja y se acercó a la comida para elegir su respectivo almuerzo, lo cual fue algo complicado porque todo se veía muy sabroso.

Conseguir una mesa vacía fue igual o más complicado que elegir comida. Suponía que ese día todos los estudiantes estaban libres porque el lugar estaba repleto, optó por salir a la terraza y donde cada mesa a la vista estaba ocupada. Caminó un par de segundos más y por fin consiguió una vacía.

—Espero que esto no sea así todos los días— se llevó un par de papas fritas a la boca y sonrió.

—Yo también espero lo mismo— la voz de un chico desconocido le interrumpió haciéndola sobresaltar y casi ahogarse­. —Oh, lo siento, ¿te sorprendí?

—No, solo casi me atraganto con una papa, pero no me asustaste— la respuesta iba cargada de sarcasmo, algo que hizo reír al chico.

—¿Te molestaría compartir la mesa? Llevo buscando una desde hace ya bastante rato— KC asintió encogiéndose de hombros y le vio sentarse frente a ella con una bandeja bastante repleta de comida. —Vaya, sí que tienes apetito.

—Lo dice el que trae una bandeja que no le cabe la comida— La morena levantó una ceja, incrédula del comentario del pelirrojo.

El chico rascó su nuca y sonrió con nerviosismo al notar lo que la chica señalaba. Su bandeja no era la más vacía de la mesa.

KC por un segundo dudó de su propio olfato al percatarse que el chico pelirrojo de pecas era un duende, puesto que su altura era lo contrario a lo que estaba acostumbrada a ver para esa raza. El chico no medía menos de un metro noventa y creo que estaba quedando corta en el cálculo. Su contextura era delgada, sin embargo, tenía su cuerpo bien trabajado. Los cortos rizos de color rojo solo estaban en la parte superior de su cabeza con degradado corto a los costados.

—Oye, deberías comer más verduras — comentó el de pecas mientras comía una zanahoria cortada en tiras. — La comida chatarra a la larga te podría hacer daño.

—¿Estudias Nutrición o algo así? —contestó sin dejar de degustar su muy sabrosa hamburguesa

—¡No, no! —Exclamó moviendo mucho las manos —Tengo una beca deportiva. Soy jugador de Básquetbol, me preocupo mucho por mi alimentación, por eso el consejo.

La morena no pensó en nada mejor para ese chico. Con su altura seria todo un desperdicio no entrenarlo para jugar, y teniendo en cuenta que tenía una beca deportiva, debía ser muy bueno.

—Debes ser bueno para conseguir una beca en este lugar.

—Oh, bueno, supongo que mi altura me ayuda mucho — sus mejillas se volvieron rojas —Siempre he creído que las oportunidades que he tenido en este deporte son gracias a mi altura, aunque si alguna vez te pasas por el gimnasio a verme jugar podrías darme tu opinión como deportista.

—¿Cómo sabes que practico deporte? — la loba le miró con sorpresa.

—Te vi inscribirte en el equipo de Voleibol hace un rato. No te inscribes en un equipo universitario solo por diversión, supongo.

—Bueno, en eso estas equivocado —bebió de su gaseosa y se cruzó de brazos —Me inscribí meramente por diversión. Si el destino hace que pueda quedar como titular entonces ya seria ganancia, pero realmente no me estoy forzando a entrar en el equipo para jugar como profesional, solo quiero entrenar y mantenerme ocupada. Mi carrera es Fotografía.

El chico le miraba como niño en clase. El duende solía ser bastante tímido y muy pacifico, además de amable en extremo. Algo que contrastaba con la personalidad salvaje e hiperactiva de la loba que estaba bastante tranquila en ese instante.

—Espero que si entres en el equipo —la sonrisa del duende era bastante amplia e iba cargada de amabilidad. La morena le devolvió el gesto al agradecerle por los bueno deseos. —Me llamo Thomas Sprouse, por cierto.

—Es un placer, Thomas — la de cabello rizado se limpió las manos para extenderla al chico —Soy KC.

Thomas estrechó la mano de la chica aun con la sonrisa de oreja a oreja.

El almuerzo pasó más rápido de lo que tenía planeado la morena. Su conversación con alto chico se había tornado agradable y entretenida dado que ambos tenían el deporte como tema en común. Thomas estaba agradecido con el destino por haber decidido hablarle a la loba, pues desde que había llegado a la universidad todos los brabucones de esta se habían encargado de hacerle saber cuál sería su posición jerárquicamente, era como si tuviera un cartel en la frente que dijera “soy un nerd pacifista, pueden molestarme, no me defenderé”, como en cualquier escuela o instituto que entraba.

Ambos caminaban por los pasillos siguiendo el recorrido que KC quería terminar dado que se había propuesto conocer la mayor parte del campus para no tener problemas en los siguientes días para encontrar las aulas. El chico no se opuso, de hecho, se ofreció a ayudarla dado que ya conocía gran parte del instituto porque días antes se permitió dar el recorrido.

—Aquí comienza la facultad de artes; las aulas de música son preciosas — Thomas se asomó por las ventanas sobre las puertas sin esfuerzo, bajo la mirada ofendida de KC —No hay nadie en clase ahora.

—Qué bueno porque no puedo ver por sobre la puerta ­—dijo abriendo la puerta sin cuidado

El aula estaba equipada con varias sillas de distintos tamaños, pizarrones y atriles (muebles donde se colocan las partituras).

—Oh, hoy no hay instrumentos — KC se acercó a uno de los pizarrones y tomando un marcador comenzó a escribir en él —No creo que debamos hacer eso, alguien puede venir y acusarnos de vandalismo.

—Que exagerado eres, Thomas —comentó la morena riendo —No estoy haciendo nada que no tenga que ver con la clase, así que, relájate. Nadie sabrá que tu estuviste aquí.

—Salvo por mi

La voz de la desconocida sobresaltó a ambos chicos, a tal punto que el pobre duende soltó un par de palabrotas en un idioma que ninguna de las chicas pudo comprender.

—Lo siento, lo siento —dijo Thomas, pálido —No quise insultarte.

—¿Insultarme? —la chica de cabello mitad negro lo miró a punto de reírse —Chico, no pude entender ni una sola palabra de lo que dijiste, pero te lo dejo pasar por el susto que te di.

Banshee. KC supo que criatura era y comprendió por qué no la había escuchado acercarse al salón. Los Banshee eran espectros con una voz extremadamente potente, capaz de destruirte los oídos con solo un grito. Los humanos los representaban con aspecto completamente fantasmal y descuidado, pero KC había conocido varios en la agencia de su madre y comparados con la chica frente a ella, se podía decir que tenían una belleza distinta.

El espectro tenía la piel extremadamente blanca, casi traslucida. Su cabello iba desde la raíz en un tono platinado hasta un negro muy oscuro a medida que se acercaba a las puntas, creando un degradado perfecto. Pómulos sobresalientes, ojos grises, alta, delgada… Lo que era un ejemplo perfecto de una super modelo dentro del estándar tóxico de antaño.

—Mas bien el susto que nos diste— la morena siguió con su dibujo sin tomarle importancia a la mujer.

—Bueno, eso quiere decir que sus acciones dentro de estas paredes no son del todo sinceras — la forma de hablar de la banshee era bastante peculiar. Su voz salía con algo de eco en cada pronunciación, te hacía pensar que estabas dentro de una cueva. —Aunque tú, chico pelirrojo, deberías calmarte el latido de tu corazón parece un tambor en plena orquesta.

Thomas agachó la cabeza escondiendo el color que sus mejillas tomaban, apenado.

—¡Terminé! —exclamó la loba soltando el marcador para tomar su cámara y capturar su dibujo.

—Qué bonito acto de vandalismo — La de cabello plata se acercó al pizarrón observando los trazos de dicha obra con sorpresa. —¿Estudias arte?

—No, pero tengo conocimientos en algunas áreas. Mi carrera aquí es fotografía. —comentó antes de que el flash de la cámara iluminara el aula. La morena había fotografiado a la chica distraída. —Tienes buenos ángulos, eh.

—Gracias, supongo — contestó el espectro viendo la foto con alegría.

—Oh, que buena foto — ambas chicas subieron sus miradas hasta encontrarse con el alto chico que miraba a la cámara encima de ellas.

KC aprovechó esto para voltear la cámara y capturarlos a los tres sin previo aviso.

—Esta si es una buena foto— comentó entre risas la loba

—No se vale, toma otra.

La morena colocó su cámara en una mesa donde activó una cuenta regresiva. Los tres se acomodaron rápidamente dentro del cuadro que KC les indicó y tres segundos después el flash se disparó.

—¡Me encanta! — el espectro daba brincos como niña pequeña — me la tienes que enviar. Ten, anota tu numero

KC tomó el teléfono ajeno para hacer caso a la petición del espectro, lo cual repitió con Thomas. Una vez que los tres se presentaron e intercambiaron sus dichos números de teléfono, conversaron de cosas triviales y comentaron sobre sus respectivas carreras. Descubriendo que la Banshee de nombre Meera Jonhson, estudiaba Música y también jugaba voleibol, KC estaba aliviada que los olores de ambos chicos eran buenos porque les estaba comenzando a caer bastante bien.

—Oigan, escuché que esta noche hay una fiesta de bienvenida para los de nuevo ingreso de parte de las facultades— Meera buscó en su teléfono la publicación que antes había visto al escuchar el rumor — ¡Deberíamos ir! Al principio no estaba segura de querer ir sola, pero si voy con ustedes entonces si podre sentirme a gusto.

—No lo sé…— dijo Thomas, inseguro —No soy de ir a fiestas, nunca tengo suerte para divertirme en ellas —el chico río nervioso rascando su nuca.

—Vamos Tom, no sea aguafiestas— KC se levantó de su asiento de un salto, colocando las manos en su cintura —Estarás con nosotras, nos aseguraremos de que te diviertas.

—¡Exacto! Si vamos los tres nos divertiremos juntos — la exclamación de Meera era igual de enérgica que la de KC. Thomas miró a ambas chicas y suspiró con pesadez.

—Bueno, está bien. Iré

Y con eso las chicas saltaron y gritaron tan alto que el duende tuvo que tapar sus oídos, sin embargo, comenzó a reír junto con las chicas.

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