Capítulo 114 ¡Te necesito!Felipe salió temprano para buscar a Daniela y llevarla a su empleo y a los niños al colegio. Su guardaespaldas ya tenía el vehículo al frente, listo para partir. Había recibido buenas noticias: Renata estaba mejor, según le había informado hace poco Teresa por teléfono.Esta noche invitaría a Daniela a cenar. El problema que le aquejaba, es que: ¿cómo salir con una mujer que tenía cuatro hermanos pequeños? Ella no querría dejarle toda la responsabilidad a Teresa.Mientras sus pensamientos giraban en torno a buscar una solución y en cómo organizar esa cita, una voz familiar y no deseada lo sacó de su ensueño.— ¡Felipe!El mal presagio se instaló en su corazón al girarse y ver a Belinda. Su asistente, Ernesto, ya le había notificado que ella había salido de la clínica de reposo, pero lo que menos quería era un enfrentamiento con su exesposa justo antes de un momento que deseaba que fuera especial.— ¿Qué quieres? —preguntó, finalmente, resignado. La última co
Capítulo 115 Maestra de la seducciónFelipe observó asombrado a la mujer que se interpuso en su camino. Era Belinda.Se giró hacia Daniela, la preocupación marcando su rostro.— ¿Estás bien? ¿Te has lastimado en algún lado? —preguntó, mientras su mirada recorría su cara y su cuerpo en busca de cualquier herida.—Estoy bien, ¿y tú? —respondió ella, aunque su voz delataba cierta inquietud.—Estoy bien —dijo Felipe, aunque tenía una mancha roja en su frente, un claro signo de que se había golpeado.—Lo lamento, señor. Salió de repente —se disculpó el guardaespaldas, consciente de la tensión en el aire.—Está bien —respondió Felipe, sintiendo que la situación se volvía cada vez más complicada.—Daniela, esa es Belinda. Antes de salir de aquí hablé con ella y no creo que esté bien de la cabeza. La envié a una clínica de reposo, pero decidió irse y nadie podía obligarla a quedarse, ya que estaba allí voluntariamente. —Su voz era firme, pero su preocupación crecía—. Voy a ver qué le pasa. Es
Capítulo 116 Volveré pronto junto a tiLos ojos de Daniela se llenaron de lágrimas no derramadas recordando lo sucedido hace unos instantes. Nunca espero que las cosas fueran fáciles, con Felipe casi nunca lo había sido, sintió lástima por él y por sí misma. La vida de él tampoco era fácil, eso lo entendía perfectamente.Hizo falta mucha entereza de su parte para integrarse a sus labores y a la mirada disimulada de sus compañeros de trabajo.Mientras tanto, Rojas hablaba con Emma en su oficina, en presencia de la Jefe de servicios. Su tono severo marcando la pauta de la conversación.Ella, con la rabia burbujeando por dentro, escuchó cómo el gerente le ordenaba que se dirigiera a Recursos Humanos para recoger su indemnización.— ¿Esto es por ella, verdad? —gritó Emma, su voz repleta de desprecio—. Usted está de parte de Daniela Blanco. Está ciego a todo lo que ella hace.Sin que Rojas respondiera a su acusación, la Jefe de Servicios comenzó a enumerar las causales de su despido. Los
Capítulo 117 ¿A quién crees que quería más papá? Los días trascurrieron y todo volvió a la calma. Después de que despidieron a Emma, el ambiente de trabajo también fue más calmado. Felipe solo se comunicó dos veces en un tiempo aproximado de 20 días, y su voz sonaba alterada, como si estuviera atrapado en un torbellino de responsabilidades. Le informó que estaba en Nueva York y volvería pronto. Al principio, los niños preguntaron por él con curiosidad y añoranza, se habían acostumbrado a que estuviera cerca, pero al ver la tristeza que se reflejaba en el rostro de Daniela, pronto dejaron de hacerlo. Era evidente que la ausencia de Felipe pesaba en el corazón de Daniela. Javier, aunque estaba lejos de la ciudad, había llamado varias veces, indagando por los niños y asegurándose de que estuvieran bien. Mencionó que su asistente les entregaría una tarjeta para manejar los gastos de los pequeños, una manera de mantener su apoyo, aunque él estuviera fuera del país. "Pronto volveré", le
Capítulo 118 Dame una oportunidad de explicarmeFelipe estaba emocionado mientras llegaba al hotel, un ramo de rosas frescas en la mano, las flores desprendían un grato aroma. Sabía que se acercaba la hora de salida, pero, al mirar a su alrededor, su corazón se hundió al no verla por ningún lado.— ¿La señorita Daniela Blanco se encuentra? —preguntó, con un atisbo de ansiedad en su voz que traicionaba su entusiasmo.—La señorita Blanco tiene el turno de la noche, señor —respondió el recepcionista con una sonrisa cortés—. ¿En qué puedo servirle?— ¿No ha llegado? ¿A qué hora vendrá? —dijo Felipe, tratando de ocultar su decepción mientras su mente imaginaba el momento en que ella lo vería.—Debe estar por llegar —dijo la chica amablemente, aunque se notó su curiosidad, pero sus palabras no lograron calmar la inquietud en el pecho de Felipe.—Está bien, muchas gracias —contestó, sintiendo cómo la emoción se mezclaba con la incertidumbre. Mientras esperaba, acarició suavemente las rosas,
Capítulo 119 Como cultivar el corazón de una mujerFelipe se quedó mirando a Daniela, suplicante. No se imaginó que a su regreso ella lo tratara tan fríamente. Tampoco es que pensó que ella lo recibiría con una fiesta.Quizás no sabía cómo tratar a las mujeres, especialmente a la que realmente le gustaba. Fue criado solo para rendirle cuentas a su madre, nunca había tenido que considerar los sentimientos de otra persona. Y cuando tuvo la edad suficiente fue responsable únicamente de sus actos sin tener que darle cuenta a nadie, ni siquiera por una muestra de consideración.Su lema era siempre:«Lo que haga o deje de hacer es mi asunto, no tengo por qué explicarle nada a nadie.»La contempló mientras ella seguía en silencio. Parecía cansada; ¿furiosa?, ¿desafortunada? Un dolor creciente en su cabeza se mezcló con una punzada de inseguridad. Durante un instante que se alargó por varios segundos, ni él ni ella no se movieron. Finalmente, asintió y le dijo:—Por ahora haré lo que pides, p
Capítulo 120 Daniela no será tu amanteFelipe sintió el sudor impregnando su frente. Lo había pensado mucho, y sabía que la persona más cercana a Daniela era, indudablemente, Teresa. Así que aquí estaba dispuesto a recibir sus orientaciones.— ¡Teresa!— ¡Felipe, regresaste! —exclamó la agradable mujer al abrir la puerta.— ¿Podemos hablar, Teresa? —respondió el ansioso, sin responder a su saludo, intentando resolver el problema que lo aquejaba de antemano.Al abrirse la puerta, el espacio estaba llena de vida, el caos reinaba en la sala. La discusión entre las gemelas y Fabián resonaba, mientras Lilo, el perro, ladraba con entusiasmo. Un poco más allá, Renata jugaba con un piano de juguete.Las ropas de los tres niños mayores, estaban desgastadas y ya les quedaba un poco pequeña, asumió que esto se debía al uso. Eres tres herederos de una fortuna en acciones, sus dos hermanos mayores, nadaban en dinero, pero a ellos les gustaban esas prendas de vestir viejas, no sintió lástima.Sabí
Capítulo 121 Somos muchas personas las que dependemos de tiDaniela terminó su turno en la recepción del hotel. Rápidamente, se dirigió al vestuario de los empleados. Se aseó y se lavó las manos. Llevaba su cabello recogido en la nuca y el rostro libre de maquillaje.Se demoró lo más que pudo. Sabía que afuera la estaba esperando Felipe y realmente quería seguir enojada con él. Como podía decir un hombre que le gustaba a una mujer, ausentarse tanto tiempo y hacer solo dos llamadas rápidas que parecía costarle mucho.Se dijo a sí misma que tendría que salir en algún momento; y hablar con Felipe. No estaba preparada emocionalmente para hablar con él. No se entendía del todo. ¿Quería cortar relaciones con Felipe? No, eso no. Entonces, ¿qué es lo que pretendía? No podía seguir disgustada todo el tiempo.Estaba muy agotada. Durante la noche, hubo mucho trabajo: llegaron una gran cantidad de huéspedes y otros se marcharon.Daniela dejó escapar un suspiro. Levantó la barbilla y se observó e