Capítulo 11
Dos días después, Ana vendió la casa.

La residencia, valorada en 10 millones, fue rebajada a 6 millones por el comprador, lo que hizo que Carmen maldijera su avaricia.

Sin embargo, Ana, apretando los dientes, dijo: —¡Véndela!

Porque su hermano no podía esperar dentro, y aparte de los honorarios del abogado, la familia Fernández tenía enormes deudas que cubrir. Bajo tanta presión, Ana realmente no tenía otra opción.

Después de vender la casa, ella encontró una manera de ver a Luis.

Luis, de aspecto distinguido y noble, solía ser el centro de atención de las damas de la alta sociedad dondequiera que iba, pero ahora se veía un poco desgastado, hablando con Ana a través de un vidrio.

—Dile al abogado Alberto Romero que te ayude.

—Nora, él puede ayudarte a ti y a mí.

Ana quería aclarar las cosas.

Pero se acabó el tiempo, y Luis tenía que ser llevado.

Miró a su hermana, con una mirada que mostraba demasiado apego. Su hermana, Ana, siempre había sido el tesoro de la familia Fernández, y aho
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