Descargar el libro en la aplicación
Para cuando llegamos, noto que ya todos están ahí, Vania y las chicas, Alan, sus amigos y otros chicos a quienes no conozco.
Miro de reojo a Noah, quién suspira y se desabrocha el cinturón para apagar el coche. Es entonces cuando me mira, su expresión se suaviza y me regala una pequeña sonrisa.
Este no es él Noah de hace unos minutos.
—Sólo quiero que no nos comportemos extraños, ni nos pongamos raros —dice Noah atrayendo mi atención a él.
—No te preocupes, tampoco quiero que nos pongamos raros —es lo que respondo y él asiente mostrándome una sonrisa haciendo aparecer sus hoyuelos.
Me desabrocho el cinturón y salgo del coche, inmediatamente la brisa fresca de la noche me recibe y me abrazo a mí misma buscando algo de calor.
Miro por última vez a Noah y sin pensarlo camino hacia la fogata. Todos r&ia