Buenovel
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Victoria:
Me depositó en la cama con suma delicadeza– ¿Estás mejor?– No lo sé, Franco– ¡Oh por Dios!, estás temblando – me abrazó con fuerza.Sentir sus musculosos brazos alrededor de mi cuerpo estrechándome contra el suyo y haciendo que su perfume me embriagara por completo, era la gloria, pues ese hombre cada vez me tenía más cuativada.– Gracias –– ¿Por qué, tesoro? – besó mi frente– Por no dejar que me cayera – hundí mi cara en su pecho, me estrechó más aún– Jamás dejaré que te suceda nada malo, lo prometí, ¿recuerdas?Solo moví mi cabeza de forma afirmativa, pero sin despegarla de su cuerpo, no podía, no quería que me soltara– Ahora, trata de